miércoles, 30 de abril de 2008

Carta a la madre


Voy a escribir el post más triste esta noche. En artículos como éste se suelen comentar asuntos relacionados con temas importantes, como la educación, la salud, la economía, y las decisiones, muchas veces erróneas, que al respecto suelen tomar determinados políticos, en ocasiones más preocupados por mantenerse en el poder contra viento y etarras. Quisiera por una vez dedicar estas líneas a un sector de la sociedad que tiene que bregar con estos asuntos, a veces a pesar de la falta de apoyo de esos políticos. Se trata de un grupo social bastante amplio, el que forman las madres.

Educación ante todo: Buenos días tenga usted, querido lector. Es el único lector de esta columna. Antes tenía dos, pero ahora sólo le tengo a usted. Como estamos en familia, aprovecho para saludarle. Pues bien, uno está orgulloso de haberse ganado a su único lector golpe a golpe, verso a verso, o en realidad más bien chorrada a chorrada, pero ha llegado el momento de renunciar a él, a usted me refiero, pues aunque hasta ahora nunca había imaginado que ocurriría una cosa así, ha llegado la hora nefasta en la que yo voy a escribir el artículo más triste esta noche. Al menos el más triste que yo soy capaz de escribir.

La razón de este cambio tan radical de tono es aprovechar la ocasión, no para aquello tan típico de saludar a mi madre, sino para rendir un homenaje a las madres. Una madre es capaz de darlo todo, incluso a sus lectores, por un hijo, por lo que es un sacrificio muy pequeño, con perdón, perderle a usted. Pero no hay mal que por bien no venga, ya que justo en el momento en que decida dejar de leer estas líneas, puede aprovechar para llamar a su madre, y preguntarla qué tal está. Dentro de algún tiempo, ojalá que sean muchos años, cuando ya no pueda hacerlo, se acordará, no de este humilde juntapalabras de tres al cuarto, pero sí muchísimo de ella, y lamentará no haber tenido más ocasiones de abandonar lecturas instrascendentes, apagar el ordenador y llamarla a ella.

Durante una entrevista con una destacada actriz, que había bordado el papel de madre en un homenaje a la maternidad que dirigía Benito Zambrano, tuve la ocasión de charlar con ella. Aunque en la película interpretaba a una mujer sin estudios, resultó ser una mujer muy versada, profesora de instituto con unas opiniones bastante razonables. Una de sus respuestas me dejó impresionado. Me dijo que una buena madre era "aquella cuyos hijos creen que su parte favorita del pollo es el cuello".

Por cierto, la película no dejó indiferente ni al sector del público más duro, los críticos de cine, poco dados a dejar traslucir sus sentimientos, durante una proyección. Cuando se encendieron las luces tras el pase para medios de comunicación, todo el mundo pensaba en su madre, las mujeres no ocultaban que estaban llorando. Los hombres nos hacíamos los fuertes pero no engañábamos a nadie. Es el único caso similar que recuerdo. Normalmente, a la salida de los pases de prensa, los críticos sólo hacen comentarios sarcásticos.

Aprovecho para desearle un feliz puente (en la capital española es fiesta el jueves y el viernes) a mi único lector. El otro lector que tenía, mi madre, ya no me puede leer, pero aprovecho para mandarla un beso, allí donde ella esté.

(Publicado originalmente en El Distrito, periódico local de Madrid, en julio de 2007 y recuperado y adaptado para mi primer día de la madre sin madre)

El aceite de la muerte


Estos días, se deberían rellenar los artículos de política con la oposición, que da bastante juego, con sus luchas fraticidas de poder. Según la costumbre periodística, cuando se nombra un nuevo gobierno se dejan cien días de cortesía, para que los ministros recién elegidos demuestren lo que saben hacer –o no–. Así se les puede despellejar después, con conocimiento de causa. Todavía no han pasado cien días desde que tenemos gobierno, por lo que habría que dejar para más tarde cualquier crítica hacia el Ejecutivo. Pero he preferido saltarme la norma, en vista de que ellos no se han esforzado mucho por aparentar que en estos cien días están haciendo algo positivo.

Intenté no escribir sobre ellos de momento, incluso cuando la ministra Espinosa anunció que iba a hacer un trasvase que por razones incomprensibles no podía ser llamado por su nombre, según ella. También decidí a mi pesar pasar por alto que el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ha eludido precisar si se ha pagado un rescate a los piratas que secuestraron a los 26 tripulantes del pesquero Playa de Bakio. Según Moratinos "salvar a los españoles, hacerles garantizar su regreso a sus casas y proteger a los españoles, eso no tiene precio y corresponde al Gobierno garantizarlo". O sea, que sí se ha pagado un rescate. Pero no he podido pasar por alto el tema del aceite de girasol, componente esencial de la mahonesa que debería llevar la ensaladilla que no me he podido comer hoy, y eso duele.

En Aterriza como puedas, una película de humor totalmente disparatada –o al menos eso creía yo cuando la vi–, se avisa por megafonía a los viajeros de un vuelo de que no debe cundir el pánico, pues todo va absolutamente bien, pero mientras tanto sacan de la cabina al piloto y al copiloto totalmente inconscientes, intoxicados por el pescado en mal estado. “Todo va bien, no tienen de qué preocuparse” es la misma consigna que proclama a los cuatro vientos el ministro de Cultura, Bernat Soria, que ha lanzado un mensaje de 'tranquilidad' a la ciudadanía en relación con la alarma provocada por el aceite de girasol procedente de Ucrania, y presuntamente intoxicado. Según el ministro, el Gobierno tiene controlada la situación. Ha garantizado que todas las botellas que están a la venta están limpias, y que se puede consumir sin peligro todo el que tengamos en casa. Pero al mismo tiempo, ha hecho pública una lista de las marcas que sí son seguras. A la hora de escribir estas líneas, 30 de abril, se sabe que se pueden consumir 284 de las ochocientas marcas que existen en el mercado. ¡Qué situación más terrorífica para los que tenemos en casa un par de botellas de una marca que no está en la lista!

El autor de este artículo es un gran apasionado del aceite de oliva, que usa para todo, pero utiliza por recomendación materna, el aceite de girasol para la mahonesa y las pastas. Por eso tenía en casa ese par de botellas. El ministro dice que reta a cualquier periodista a que le lleve cualquier frasco de aceite de girasol que esté en el mercado, que él se la bebería sin problemas. Pues bien, yo soy periodista y quisiera saber dónde le llevo mis botellas, porque no sé si él se atrevería a probarlas. Yo no me atrevo, como tampoco me hubiera arriesgado a bañarme con Fraga en Palomares...

Que conste que este artículo no quiere hundir a los embotelladores de aceite de girasol, pues normalmente me sale una mahonesa buenísima gracias a su producto. Sinceramente, es el gobierno el que se ha empeñado en hundirles, sembrando dudas razonables sobre el aceite. Uno ha llegado a creer que en este momento con mi ensaladilla rusa se podría jugar a la ruleta rusa. Cogemos un plato con mi ensaladilla hecha con las botellas que no salen en la lista y los mezclamos con dos o tres platos de otra que esté elaborada con aceite segura. Al que le toque el aceite funesto le espera quizás, una muerte horrible.

jueves, 24 de abril de 2008

Mi carrera se hunde


Alguno puede llegar a pensar que me he vuelto loco definitivamente. En realidad, ya estaba así antes, lo que pasa es que ahora me he propuesto conseguir visitas como sea para mi web, que hay que comer. Como somos capaces de intentar cualquier cosa con tal de atraer visitantes, hemos empezado a hacer videocríticas, es decir, montajes en las que comentamos las películas nosotros mismos.

Pero claro, un vídeo normal no tendría gracia, así que como la película que me tocó comentar, Como locos... a por el oro, es de un buscador de tesoros submarinos, he decidido hablar de ella con gafas de buzo. Después de ver esto, los que me encuentren por la calle cambiarán de acera, y más de uno pedirá que las autoridades retiren el vídeo de la web. Pero da igual, es triste hacer el tonto, pero más triste es robar... Además, la comunidad de vecinos está a punto de aprobar una derrama importantísima, y voy a necesitar fondos, pues no os podéis imaginar la cantidad de artimañas para convencer a la gente de que vote que no, triquiñuelas, trucos baratos, etc., que me he vuelto obligado a poner en marcha. Con esto, acabo de tirar mi prestigio por la alcantarilla, pero a cambio, seguro que consigo un empleo en el programa de Buenafuente, haciendo el idiota.

La película, por cierto, es horrible. Hace un tiempo, tuvo 'cierto' éxito Sáhara, aunque la mayoría de los que la alquilaron en DVD no pudieron terminar de verla por aburrimiento. Así que, han optado por aquello de 'no quieres café... dos tazas'. Alguien ha tenido la 'brillante' idea de volver a darle a Matthew McConaughey el mismo papel en una producción absolutamente igual.

Matthew McConaughey es un misterio para mí. Es como Penélope Cruz. Alguien se ha empeñado en que triunfe en Hollywood, pero nadie quiere pagar por entrar al cine a verles. Y Pe todavía hace películas con Almodóvar y Coixet, pero McConaughey no ha rodado nada decente desde que Sayles le fichó para Lone Star, hace un montonazo de años. ¿Alguien le ha dicho que debería dedicarse a otra cosa?

Que Matthew McConaughey se dedique al cine es como si yo quisiera ser cantante de ópera, cuando es vox populi que desafino tanto que con un simple 'Cumpleaños feliz' llovería lo suficiente para solucionar la sequía de Cataluña.

Por cierto, como en este blog sólo comento películas malas, pensaréis que veo nada más grandes truños. Así que por si acaso os recomiendo también una película buena, que también se estrena esta semana, Cosas que perdimos en el fuego, de una de mis directoras favoritas, la danesa Susanne Bier.

Agradecería que ya que salgo en el vídeo con un look calcado al de Curro, el que se va al Caribe en el anuncio, lo mandarais a todos vuestros conocidos, con un texto que explique que visteis algo tan estrambótico y absurdo en la web, que no habéis resistido la tentación de mandárselo. Yo mismo he redactado un texto que os puede servir.

Apreciado colega/o:

He visto este hilarante vídeo de un freak en la web. ¡No te lo pierdas! Los críticos de cine ya no saben qué hacer para que les hagamos un poco de caso. Mándaselo a toda tu lista de contactos.


lunes, 21 de abril de 2008

Originalidad al poder


El otro día fui a ver una película, cuyo argumento me dejó anonadado. Un adolescente se muda a una nueva localidad con su madre. Allí, se enamora de una rubia del instituto, pero es brutalmente atizado por el novio macarra de ésta. Así que decide buscarse un profesor de artes marciales. El macarra y sus amiguetes siguen acosando al chico, y finalmente le retan a pelear en un campeonato que se va a celebrar pronto.

¿A que el argumento os suena? ¿Es Kárate Kid? No, es una nueva película que se llama Rompiendo las reglas, y que es una copia literal del famoso film, aunque un negro, Djimon Hounsou, sustituye a Miyagi, que murió hace unos años. Una pena que no me preguntaran a mí, porque podría haberles indicado que el dependiente del todo a cien que hay debajo de mi casa es igualito a Miyagi, parece un hermano gemelo, y le tenían que haber fichado para hacer la película.

Ante la falta de ideas, Hollywood no para de inventarse triquiñuelas para que paguemos una y otra vez por ver la misma película. Tras el remake, la secuela, la precuela, el homenaje, el montaje del director, etc. ahora se han inventado un método más sencillo: el plagio descarado.

Para comentar Rompiendo las reglas me invitaron a su programa los ínclitos críticos cinematográficos Jerónimo Martín y Juan Orellana. Su programa, Pantalla Grande, se emite en Popular TV, que es la versión televisiva de la COPE, en la que se analizan los estrenos de cine desde una perspectiva católica. Últimamente me invitan mucho, quizás porque les hacen gracia mis comentarios o porque no tienen otros críticos que acepten salir en su programa. A saber.

Por si alguien quiere cotillear, he decidido colgar mi estrambótica intervención. Aparece el programa entero. Para verme a mí, se puede ir al minuto -20:43 con la barra que sale debajo de la pantalla.

viernes, 18 de abril de 2008

La prima de Frankenstein


Me acabo de enterar de la muerte de Hazel Court. Hay que ser muy friqui para saber quién era Hazel Court, por lo menos tan friqui como yo. De todas formas, quiero homenajear a esta gran actriz dedicándole unas líneas en este blog que casi nadie lee.

Hazel Court era una actriz británica considerada una de las Scream Queens (reinas del grito) de finales de los 50 y principios de los 60. En esa época protagonizó títulos legendarios del género fantaterrorífico a las órdenes de dos de los grandes: Terence Fisher y Roger Corman. Compartió la pantalla con Christopher Lee, Vincent Price, Boris Karloff y Jack Nicholson. La intérprete, de 82 años, falleció el martes, 15 de abril, en California tras sufrir un ataque al corazón.

Nacida en Birmingham (Gran Bretaña), el 10 de febrero de 1926, Hazel Court era una enamorada del cine que siempre tuvo muy claro que quería ser actriz. Cuando acabó sus estudios en arte dramático, fue reclutada por la compañía de Arthur Rank. A mediados de los 40, la actriz protagonizó títulos como Encuentro al amanecer, una cinta de aventuras. Sin embargo, su primer gran éxito fue La maldición de Frankenstein, de Terence Fisher, donde era la prima de Frankenstein (Peter Cushing), en la versión de la productora británica Hammer, donde el monstruo era el inigualable Christopher Lee. Repitió con Fisher y Lee en la inolvidable El hombre que desafió a la muerte.

Convertida por esos títulos en un pequeño icono del cine fantástico, quedó encasillada en el género. Se mudó a Estados Unidos, donde el rey de la serie B, Roger Corman, la reclutó como protagonista de varias de sus famosas adaptaciones de obras de Edgar Allan Poe. El primero fue La obsesión, junto a Ray Milland, y a continuación encabezó el cartel de El cuervo (1963), famosa por su irrepetible duelo de magos final, y que aunque tenía poco de Poe (se supone que se inspira en el poema homónimo), contaba como guionista con el maestro Richard Matheson. El reparto era sin duda un auténtico ‘dream team’ para los apasionados del terror, pues junto a Court estaban nada menos que Vincent Price, Peter Lorre, Boris Karloff y Jack Nicholson. La última entrega de la saga para Court fue la inquietante La máscara de la muerte roja, de nuevo con Vincent Price. En el continente americano, Hazel Court hizo carrera en la pequeña pantalla, pues intervino en series tan memorables como Alfred Hitchcock presenta, En los límites de la realidad, Bonanza, Jim West y Misión imposible.

Contrajo matrimonio con el actor irlandés Dermot Walsh (La dama perversa), pero después se divorció y permaneció unida al actor y director Don Taylor, hasta la muerte de éste en 1998. Taylor es también un viejo conocido de los fans del cine fantástico, porque dirigió Huída del planeta de los simios, El final de la cuenta atrás y La maldición de Damien, secuela de La profecía. Un cameo en la tercera entrega de la saga, El final de Damien (1981), supuso el último trabajo para Hazel Court, que había seguido muy activa, sobre todo en la televisión hasta 1972.

lunes, 7 de abril de 2008

España vista por Hollywood


Este articulista, que tiene familia que vive en Salamanca –una adorable prima que se llama Belén–, acudió recientemente a la inigualable ciudad para asistir al estreno mundial de En el punto de mira. El film ofrece una visión de la ciudad totalmente desconocida, pues presenta una Plaza Mayor abarrotada de mexicanos que acuden con banderitas de España a recibir al presidente de los Estados Unidos. También resultan curiosas las palmeras que supuestamente abundan por allí, un barrio habitado por marroquíes y la autopista elevada sobre el Tormes, de varios carriles. Las señales de tráfico no tienen desperdicio, pues por ejemplo, la señal de ‘Stop’ dice ‘Alto’. Lo mejor, cuando buscan al sospechoso, y uno de los personajes dice que tienen la dura tarea de encontrar “a un hombre entre cuatro millones de personas”. ¿Tanta población tiene ya Salamanca? ¡Pues sí que ha crecido! No tiene tantos habitantes siquiera toda la comunidad de Castilla León, que en 2007 alcanzaba los dos millones y medio.

Antes del evento, tuve la oportunidad de conversar con el director, Pete Travis, que aseguraba que lo de los 4 millones de habitantes era una ‘licencia’, para darle emoción al asunto. “El público estadounidense está acostumbrado a las ciudades hiperpobladas. Si en la película se dice que tienen que encontrar a un hombre entre 350.000 personas, que son las que realmente tiene Salamanca, pensarían que era una tarea muy fácil, que eso lo hace cualquiera”. En cualquier caso, uno tiene la sensación de que las películas que transcurren en ciudades desconocidas, también estarán llenas de gazapos parecidos que nosotros nos creemos alegremente.

Uno intenta disfrutar en el cine y pasar por alto semejantes erratas, pero a veces se llega al paroxismo total, como en el hipercomentado caso de Misión imposible 2, con una procesión donde los costaleros eran mozos pamplonicas de San Fermín, y que estaba encabezada por unas falleras; todo ello en una Barcelona donde la gente vive en cortijos sevillanos. En El Cid ya se habla de España, antes de los Reyes Católicos y el héroe entra en Valencia a ritmo de pasodoble. Tampoco se quedaba corta Gladiator, cuyo protagonista era en la versión original de Trujillo, una importante villa medieval que no tenía nombre en tiempo de los romanos, así que los traductores lo cambiaron por Emerita Augusta. También en la versión en inglés, para darle realismo a la cosa, algunos habitantes de Hispania hablan en español, idioma que por aquel entonces no existía, pues como es bien sabido procede del latín. Máximo viaja desde Germania a Hispania sin necesidad de llevar comida y agua, al parecer en muy poco tiempo; después se desmaya en Mérida y cuando despierta está en Marruecos, por lo que se supone que los responsables del film piensan que están bastante cerca, o que Máximo duerme mucho.

Un cuadro de un autor español, Las señoritas de Avignon, de Picasso, viajaba a bordo del Titanic, en la célebre película de James Cameron. Cronológicamente pudo ocurrir, pues el cuadro se pintó en 1907, y el barco se hundió en 1912, pero si estaba en el célebre transatlántico, ¿cómo es posible que sobreviviera a la tragedia y podamos admirarlo hoy en día?