Protagonizan estos dos monstruos "Purgatorio", terrorífica obra de Ariel Dorfman, el de la no menos inquietante La muerte y la doncella, y que va sobre el mismo tema, la dificultad de perdonar al agresor. Se ve que Mortensen le ha cogido el gustillo al psicoanálisis, pues ha interpretado a Sigmund Freud en Un método peligroso, que se estrena hoy, y en este 'freudiano' montaje encarna (al menos aparentemente, en un primer momento) a un doctor que trata a una mujer, ingresada en lo que parece un sanatorio mental, después de haber cometido un acto atroz. Hasta el 18 de diciembre...
Pero lo que realmente me interesa es la dimensión humana de Mortensen. ¡Qué gran tipo! Puedo contar más de una anécdota genial, pero me conformo con recordar lo que me han contado hace poco. Una simpatiquísima taquillera (no cito nombres) de una céntrica sala madrileña descubre que ha ido a comprar una entrada Viggo Mortensen, cuya novia, famosa en el cine español, actuaba precisamente allí, en una versión (muy flojita, ciertamente) de una célebre obra.
Posiblemente, Mortensen podría haberle pedido una invitación a su pareja y punto pelota. Sin embargo, insistía en pagar, como todo hijo de vecino. La taquillera le reconoció, y sonriente, le entregó una invitación gratuita. "¿Cuánto le debo?", dijo Mortensen con su alegre acento argentino. "No, no, nada, está usted invitado", le respondió la taquillera. La estrella de Hollywood le da las gracias cordialmente, se va, ¡y a los diez minutos regresa con un helado para la taquillera! Insistió en que se lo cogiera, pese a que ella le dijo que estaba de régimen, así que le endulzó la tarde. En fin, yo de mayor quiero ser Viggo Mortensen.
Siento haber divulgado esto públicamente. Pero la culpa es de la que me lo ha contado. ¡Tened cuidado con lo que le decís a uno que publica un blog!
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