jueves, 12 de marzo de 2009

El chico biónico + Videocrítica de 'Blindness'

Me quedé anonadado cuando leí en el periódico la siguiente noticia. Un finlandés se ha implantado un pendrive con conexión USB en el dedo. Con esto se hace realidad la fusión hombre-máquina que han predicho desde hace tiempo escritores 'cyberpunk' de ciencia ficción como William Gibson, y películas y series como Robocop y El inspector Gadget. Al parecer, el tipo perdió medio dedo anular en un accidente de moto, que se produjo porque atropelló a un ciervo, que cruzaba la carretera tan tranquilo, cerca de Helsinki.El médico que le implantó una prótesis en el dedo le propuso incluir dentro un pendrive, y él aceptó.

Desde entonces, el tipo se lleva consigo sus documentos de word, e incluso películas. Cuando quiere ver una peli, sólo tiene que meter el dedo en una salida USB del ordenador y ya está. Lo que no entiendo es por qué ha elegido precisamente llevar en el dedo un pendrive. Existen otras cientos de cosas más útiles que un ser humano podría implantarse en el dedo.

1. Un lápiz. Cuando era pequeño siempre soñé con poder escribir con el dedo. Para borrar no hace falta implantarse una goma, porque siempre he borrado con el dedo sin necesidad de prótesis. Además, cuando necesitas apuntar algo nunca encuentras un lápiz ni un boli a mano, y de esta forma se solucionaría el problema para siempre.

2. Una radio. Imaginad que entráis por la mañana en el autobús. Os miráis el dedo, os lo metéis en la oreja. ¡Y podéis escuchar los 40 principales! La gente del autobús se quedaría anonadada.

3. Un mechero. Yo antes ligaba tan poco como ahora, pero al menos, cuando la rubia explosiva me pedía fuego, como yo fumaba, podía darle lumbre y quedar bien. Ahora que dejé el vicio de fumar, ya no tengo fuego –sólo tengo fuego en el cuerpo–, pero imaginad lo chulo que quedaría que cuando la rubia te pida ayuda, tú saques el dedo, y salga una llamita. Seguro que te pide que le cuentes qué te has hecho –si no sale huyendo despavorida–.

4. Un vibrador. En el caso improbable de que la rubia citada se quisiera ir contigo, ibas a hacer maravillas con el dedo sin necesidad de esforzarte demasiado. Seguro que corre la voz y a partir de ese momento te conviertes en un triunfador.

5. Un revólver. Cuando tu jefe, o un atracador callejero, o un vendedor del Círculo de Lectores te toquen las narices, sólo tienes que apuntarles con el dedo, como cuando eras pequeño y jugabas 'a las pistolitas' –o como el gran Clint Eastwood en su última película–. Cuando se rían de ti, e insinúen que estás como un cencerro, puedes descerrajarles un tiro y volarles la tapa de los sesos. Para que aprendan.

Por cierto, esta semana hemos hecho una videocrítica de A ciegas (Blindness), adaptación de la estupenda novela de José Saramago Ensayo sobre la ceguera, dirigida por Fernando Meirelles, el director de Ciudad de Dios. También tuve la suerte de que este encantador cineasta me concediera una entrevista.


Entrevista con Fernando Meirelles:

Pincha aquí.

Videocrítica:

Festival 'friqui' en Madrid


Pasé el fin de semana pasado encerrado en el cine, concretamente en la VI Muestra Sci-Fi, de cine fantástico de Madrid. Cuando empezó este evento, se llamaba Calle 13, pero ahora ha cambiado de canal televisivo que lo patrocina. Nunca me lo pierdo, sobre todo por el buen ambiente que hay. 

Eso sí, es necesario especificar que es un ambiente un poco 'friqui', para apasionados del cine fantástico. Para que os hagáis una idea, cuando empezó la proyección de Surveillance, la película de la hija de David Lynch, los títulos de crédito anunciaban la presencia como secundario de Michael Ironside. ¡Y el público empezó a aplaudir en masa! Como sabréis los que seáis un poco friquis, Ironside es un legendario secundario, que ha hecho de malo en decenas de películas, como Desafío total, Los inmortales II, El nuevo Kárate Kid (la que cambiaba a Ralph Maccio por Hilary Swank) y hasta en El equipo A. Incluso los 'normales' le conoceréis de vista por la serie V. Efectivamente, hay que ser muy friqui para saber su nombre y venerarle, pero solté una lagrimita cuando la gente le aplaudió. "Estoy entre amigos", pensé.

Aunque algunas eran un poco malas, descubrí también un par de buenas películas. Recomiendo especialmente la citada Surveillance, en la que el padre de la directora, Mr. David Lynch, que ejerce como productor ejecutivo, parece que le ha echado una mano y le ha dado alguna que otra indicación a su hija. De hecho el argumento es típicamente 'lynchiano', pues Bill Pullman –qué viejo está, como pasa el tiempo– y Julia Ormond –qué mayor está, como pasa el tiempo– son dos agentes del FBI que acuden a un pueblo tipo Twin Peaks para investigar una serie de asesinatos. También incluye buenas dosis de humor negro y surrealista en la línea del cine de su padre. La anterior película de Jennifer Lynch, Mi obsesión por Helena –sobre un tipo que se obsesionaba con una chica, le cortaba las piernas y la metía en una caja–, era tan sumamente mala, que se ha pasado quince años sin dirigir, hasta ahora.


También descubrí la mejor película de vampiros en lo que llevamos de Milenio, Déjame entrar, una genial adaptación sueca de la brillante novela de John Ajvide Lindqvist.  Es como Crepúsculo pero buena. También plantea una bonita historia de amor humano-vampírica entre adolescentes, con las siguientes IMPORTANTES diferencias respecto a la execrable obra de Stephenie Meyers:

1. La chica es la vampiresa y el chico es el humano. Ambos se comportan como niños de 12 años, o sea que se sienten atraídos por el otro, pero están muy cortados y son un poco sosos.
2. La vampiresa muerde a la gente, y chupa sangre, como los de las películas de la Hammer. O sea, que es lo que yo entiendo por un vampiro, no 'esa cosa' que contiene su  sed de sangre por amor, para incitar a los adolescentes a mantener la castidad y hacer propaganda religiosa.
3. Es una historia de iniciación al sexo, entre personajes muy jóvenes que me hizo recordar mi propia adolescencia. Tiene una secuencia en la que ella se mete en la cama de él, que es una maravilla... ¡Hay sexo, como en la vida real! Entérate ya, Stephenie.
4. Hay violencia. Brutal. Por ejemplo, una secuencia en la que la niña muerde a un tipo desfigurado en la ventana de un hospital...

Déjame entrar es una vuelta de tuerca estupenda en el género vampírico. Me conmovió y me puso los pelos de punta a la vez. Es como la novela: brutal y lírica a la vez. Recuerdo como describe en el libro el autor a la protagonista, Eli, que tiene "los ojos de Samuel Beckett en la cara de Audrey Hepburn", o sea que es una combinación de sabiduría e ingenuidad... En fin, me ha devuelto a mi subgénero favorito, los vampiros, que andaban últimamente un poco de colmillos caídos.