jueves, 26 de febrero de 2009

Videocrítica de 'Che, guerrilla' + Genios del marketing

Por fin se ha desvelado el misterio. ¿Por qué era tan necesario que el Consorcio de Transportes de Madrid nos subiera dos veces el precio del abono transportes este año, en tiempos de crisis, contribuyendo a subir brutalmente la inflación? La repuesta ya está aquí. Era necesario que los viajeros nos rascásemos el bolsillo para realizar campañas de marketing ingeniosas y vitales,  llevadas a cabo por superingeniosos expertos en marketing, como 'Salumetro', lo último de lo último en campañas publicitarias.


Hacía unos días que había visto algunos de los numerosos carteles e indicadores que el suburbano se ha visto obligado a financiar con nuestro dinero y colocar en todas las estaciones. Pero por si acaso, Metro vela para que la campaña llegue a todos sus usuarios, como he podido comprobar esta mañana, en la que un grupo de chicos contratados expresamente al efecto me han dado uno de los folletos que generosamente distribuían a mansalva. El folleto informa de que puedes hacer ejercicio subiendo las escaleras andando, en lugar de decantarte por las escaleras mecánicas o el ascensor. Para facilitarme la decisión, una de las escaleras mecánicas larguísimas de la estación estaba estropeada, así que he tenido la oportunidad de probar esta nueva forma de hacer ejercicio.

"Con estos pequeños gestos, haces un poco de ejercicio y así te sentirás mejor el resto del día", asegura Metro. Además, después del ejercicio puedes tener totalmente gratis una sesión de sauna, ya que por la mañana no hay suficientes vagones, y el Metro va tan lleno de gente que alcanzas una temperatura bastante alta. 

Unas mentes tan privilegiadas como las que han justificado su sueldo –sin duda muy por debajo de lo que merecerían por tan insignes cerebros que poseen– probablemente nos tienen deparadas para el futuro otras campañas igualmente útiles e ingeniosas. Por ejemplo, propongo LigueMetro, una campaña con la que los solterones nos podemos ahorrar el gasto en páginas web de ligoteo y en 'Speed Dating'. Ya veo los lemas: Viaje usted en hora punta y conocerá íntimamente a muchas personas con las que va a estar apretado durante todo el trayecto, y así puede usted luego quedar luego a cenar con ellas. Aproveche los continuos retrasos de quince minutos en algunas líneas para hacer vida social y en lugar de desesperarse, entable conversación con los demás viajeros, a los que tendrá tiempo de conocer en profundidad.


Por cierto, esta semana hemos rodado la videocrítica de Che, guerrilla, la segunda parte del díptico sobre el revolucionario argentino, dirigido por Steven Soderberg:

Videocrítica:

Por fin llega 'Watchmen' al cine

Algo tenía que escribir aquí sobre Watchmen, adaptación de uno de mis cómics favoritos del guionista británico Alan Moore (como 'American Gothic' no hay nada, jejejejejeje). Y es que antes de ver la película despotricaba tanto sobre una posible versión cinematográfica de la cinta como el propio Moore.

Hace muchísimos años, Terry Gilliam iba a encargarse de dirigir la película y se fue a ver a Moore, para consultarle acerca de cómo la adaptaría él. Pero Moore le dijo que no se podía filmar. "Lo he escrito pensando en aquellas cosas que puede contar un cómic y que el cine ni la televisión no podrían", dijo Moore. Ahora que finalmente la ha rodado Zack Snyder, Moore ha pedido que quitaran su nombre de los títulos de crédito, y le ha cedido los 'royalties' a Dave Gibbons, el dibujante de la obra. Y por supuesto ha dicho que no la verá jamás. El propio Snyder aseguró en una entrevista que tenía la esperanza de que alguna vez cayera en sus manos una copia en DVD, le echara un vistazo y dijera que no está tan mal. Pues bien, Moore se ha apresurado a declarar que aunque llegara a sus manos el DVD, jamás echaría un vistazo a "esa jodida cosa".



Yo sí tenía curiosidad de ver "esa jodida cosa" a ver qué tal, pero entendía y compartía todos los prejuicios de Alan Moore. A la maestría de la obra, en mi caso debo añadirle grandes dosis de nostalgia. Leí Watchmen con 16 años esperando con impaciencia a que saliera cada mes un número nuevo. Llevaba una camiseta con el 'smile' ensangrentado de la serie, en los tiempos en los que triunfaba el Acid House, cuando se pusieron de moda las camisetas con un 'smile' que llevaba todo el mundo. Así que muchos tipos al verme, me decían que si era 'anti-acid'. Pero yo respondía: "No, soy el comediante". Y se marchaban pensando que estaba un poco mal de la cabeza –posiblemente con razón–.

Con tan agradables recuerdos, antes de empezar la proyección estaba convencido de que la película iba a ser un gran truño. Se apagaron las luces, empezó la película, y resultó que

¡WATCHMEN ES LA PUTA BOMBA, UNA JODIDA GENIALIDAD!

Snyder ha sabido reproducir muy bien las viñetas en cine. Sus imágenes son de lo más potente que he visto en mucho tiempo. Y no se echa de menos nada. Dura dos horas y cuarenta, pero cualquier fan reconocerá la obra de Moore. ¡Están las escenas buenas y las frases inolvidables! Falta la subtrama de los piratas, que ha rodado, y que formará parte de los extras del DVD, pero es que habría ralentizado la acción. 

Sus principal aportación a la obra original es la música. Ha escogido temas clásicos de rock, de Leonard Cohen, Bob Dylan y hasta Simon & Garfunkel que resulta que cuadran a la perfección con los momentos claves del film. También llama la atención la máscara de Rorschach, que si bien es cambiante como en el cómic, uno no se había imaginado cómo quedarían las manchas en movimiento en la pantalla.

Es más, estoy convencido de que le gustaría al propio Alan Moore. Es cierto que el hombre tiene razones para estar tan resentido. Todas las adaptaciones de sus obras –Desde el infierno, La liga de los hombres extraordinarios, V de Vendetta o Constantine– desmerecen brutalmente lo que él había creado. Pero esta vez, si por casualidad cambia un día de canal y están emitiendo Watchmen, sé que le iba a apasionar.

jueves, 19 de febrero de 2009

Videocrítica de 'El luchador'


Cuando iba al instituto, yo quería ser como Mickey Rourke. Atraía a las chicas mucho más que yo, y encima seducía a Kim Basinger, que era una mujer increíble. Recuerdo que me impresionó muchísimo Nueve semanas y media. Tanto que dejaba de afeitarme por la mañana, para lucir la barba de tres días de Rourke. Me compré un guardapolvos negro similar al que llevaba el famoso actor, y lo dejé varios meses encima de un armario, para que cogiera tanto polvo como el suyo. Cuando me lo puse me acerqué a la chica más atractiva de la clase, casi tan imponente como la propia Basinguer, a ver si me había convertido en un seductor vestido así.

-Pero si vas hecho un guarro. Podrías acicalarte un poco antes de acercarte a mí –me comentó aquella muchacha. Algo había fallado, porque a Rourke las chicas no le decían que iba hecho un guarro, sino más bien que les hiciera guarrerías.

Una vez me acerqué a otra simpática compañera para comentarle que se liara conmigo durante nueve semanas y media. O sea, sólo dos meses y pico, y luego si te he visto no me acuerdo.

-Eres un guarro –me dijo antes de propinarme una sonora bofetada. Se dio media vuelta y me dejó de hablar. Han pasado veinte años pero aún no me da los buenos días si me la cruzo por la calle. ¿Por qué a Rourke se le permitían cosas que yo no podía hacer?

Estas dos décadas me han sentado a mí mejor que a Rourke. Yo sigo siendo igual de feo, pero más o menos sigo igual a como era por aquel entonces, con alguna cana más. Pero Rourke está muy cambiado con tanta cirugía. Tiene una cara terrible, muy distinta a la de entonces. Parece un monstruo. Creíamos que en Sin City había necesitado mucho maquillaje para encarnar a su horrendo personaje, pero en realidad es que prácticamente es así. De todas formas, es probable que siga ligando mucho más que yo. Eso es fácil.

En fin, esta semana hemos hecho la videocrítica de El luchador, la última película de Mickey Rourke.

VIDEOCRÍTICA:

sábado, 14 de febrero de 2009

La vida efímera de los libros

En la sociedad del marketing y el consumismo salvaje en la que vivimos los productos son bastante perecederos. Por ejemplo, os aseguro que veo cinco o seis películas de estreno a la semana (y aún así me suelo perder dos o tres que también llegan a las carteleras). O sea, que hacen un total de unas 260 al año más o menos. Y si me preguntan ahora qué películas he visto en 2008, a bote pronto me acuerdo de My Blueberry Nights, El caballero oscuro y Wall-E, y eso es todo. Bueno, y también me acuerdo de Casi 300, la película más infumable que he visto en mi vida, pero me acuerdo de ella porque me produjo pesadillas de lo tremendamente malísima que era.

También los libros duran poco. ¿Os habéis fijado en la sección de novedades de cualquier librería? Está llena de docenas de volúmenes variopintos que ya no existirán la próxima vez que visitéis el mismo establecimiento. Sencillamente habrán desaparecido de la faz de la Tierra; y como mucho, alguno saldrá en edición de bolsillo y vivirá un poco más.

Y tanto afán en publicar libros y libros para que luego en todos los vagones de metro todos los viajeros se hayan puesto de acuerdo en leer El niño con el pijama de rayas.

Todo esto es un auténtico problema para aquellas personas que pretendemos pensarnos lo que vamos a comprar o no. No, no es que yo vaya de inteligente ahora, de hecho no lo soy, y me dejo llevar por el afán consumista como todos, pero resulta que no tengo mucho dinero, soy bastante pobre y sólo puedo comprar aquel libro que realmente vaya a leer. O sea, que voy a la librería, veo las novedades, pero no compro a lo loco, aunque luego al cabo del tiempo pienso que tal vez aquella novela que vi sobre tal o cual tema podría estar bien, y acabo sucumbiendo y me la compro.

Tardo tanto en decidirme que cuando llego ya se han agotado. De hecho me ha pasado también con alguna que otra chica, que he tardado en decidirme en pasar a la acción -aunque eso ha sido más bien por falta de seguridad en mí mismo-. Y cuando me he decidido a dar un paso adelante, ya había encontrado a su príncipe azul, se había casado y hasta tenía churumbeles.

Me ha pasado con una novela que se titula 13,99 del vangüardista francés Frédéric Beigbeder. Vi el libro por primera vez un día en que no sabía qué leer, pero al final acabé comprándome en su lugar otro de mi queridísimo Ian McEwan. Al cabo del tiempo, me recomendó el libro mi amigo ex bloguero, pero él no me lo ha podido prestar, porque entre otras cosas lo leyó en francés. Y cuando he ido a por él había desaparecido de todas las librerías.

Odio que me pase eso. No es la primera vez. Me dijeron que estaba descatalogado. Pero como hasta hace poco existía, imaginé que habría alguno perdido en librerías poco transitadas. Llevaba una semana recorriendo establecimientos y nada. Además, me pasa algo horrible, no puedo leer otra cosa. Tiene que ser la novela que estoy deseando leer o nada. Tengo la necesidad creada y necesito hacerme con él a toda costa.

Qué gran alegría me he llevado hoy en una de las típicas librerías madrileñas. Les quedaba un ejemplar perdido. Paradójicamente, me ha costado 13,99 euros, o sea que el precio es también el título del libro. Hace referencia a una táctica habitual del mundo del marketing, sobradamente conocida: la gente cree que algo que cuesta 99,99 es mucho más barato que algo que cuesta 100 euros. No sólo cuesta lo mismo sino que se resisten a darte el céntimo.

-Es que no tengo céntimos sueltos, ¿no te importa que no te lo dé?
-Pues no es mi problema. Legalmente me tienes que dar cambio, así que busca el céntimo donde sea.

Siempre hago eso. Si ellos son tan 'listillos' como para emplear una táctica tan sucia, que me den mi céntimo. Desde aquí hago un llamamiento al mundo para que todo el mundo pida el céntimo, así se les quitarían las ganas de poner precios tramposos a esos hijos de la grandísima puta.

¿El ocho costaría ocho euros en esa misma librería? En fin, no he preguntado el precio de 2666, de Roberto Bolaño, que me gustó mucho, pero no me lo podría permitir.

La novela, 13,99, es una sátira del mundo de la publicidad y el marketing y todo esto. Sólo he podido leer las primeras páginas en el metro ('el metro se invento para leer' me dijo una vez un jefazo de una gran editorial que leía mucho). El resto de gente del vagón leía 'El niño con el pijama de rayas' y me miraban como si estuviera loco. En fin, no sé cómo seguirá, pero la novela la narra un publicista en primera persona y empieza bastante bien:

"Soy publicista. Contamino el universo. Soy el tío que os vende mierda" (...) "Cuando a fuerza de ahorrar logréis comprar el coche de vuestros sueños, el que lancé en mi última campaña, yo ya habré conseguido que esté pasado de moda. Os llevo tres temporadas de ventaja, y siempre me las apaño para que os sintáis frustrados".

Este libro me va a gustar. En fin, siento crearos la necesidad de ver pelis, pero esta semana se estrenan dos peliculones. Los detalles en este vídeo:

jueves, 12 de febrero de 2009

El león amistoso

A alguien de mi redacción le han mandado este emotivo vídeo. A todos mis compañeros se les saltaban las lágrimas cuando lo han visto.

Traducción de los títulos: 
Estas dos personas criaron a este cachorro de león al que llamaron Christian. Por desgracia, se hizo demasiado grande para que pudieran cuidarlo, así que decidieron liberarlo para que viviera como un animal salvaje. Después de un año decidieron viajar a África para verlo. Se les avisó específicamente de que el león no los recordaría. Este vídeo fue tomado cuando se encontraron con él.


Christian the Lion - The funniest videos are a click away

Pero yo creo que el que ha hecho el montaje del vídeo es un psicópata.

Porque vamos a ver, si distribuyes un vídeo así por internet, estoy seguro de que habrá más de uno que quiera poner en práctica en la realidad esta historia, y se irá a África a abrazar a un león. ¡Si algunos de mis compañeros se han comprado un billete por internet tras ver el vídeo!

Cuando abrazas a un león en la realidad lo más probable es que no ocurra exactamente lo mismo que en este vídeo. No sé yo si el cámara iba a tener estómago para seguir grabando, y lo más seguro es que no iba a poder poner la misma música después, porque no pegaría mucho. Seguro que queda mejor la banda sonora de una película de terror.

Hace unos años vino a España una británica amante de los animales, que estaba en contra de las corridas de toros. Para demostrar que el toro es un animal de lo más noble que no merece morir de forma salvaje, se fue a abrazar a uno. Pero claro, era un toro bravo de 550 kilos que la empitonó y la dejó gravemente herida. Normal.

No estoy seguro de que este vídeo sea del todo verdad. La imagen es auténtica, eso sí, pero no me creo la historia. Si lo que cuenta es cierto, entonces los protagonistas son tontos del culo, y tuvieron la suerte de que ese día el león se había comido antes a dos bueyes. Si llega a tener hambre, no creo que se hubiera acordado de ellos.

Por si acaso, conviene recordar que no todo lo que se ve en internet es cierto. Por ejemplo, no parece demasiado probable que Carrefour te regale vales de 300 euros en compras si reenvías un mail a diez personas. Al menos, nadie ha recibido el susodicho vale todavía.

jueves, 5 de febrero de 2009

Pequeño gran Wyoming

Antecedentes:

Todos aquellos amigos que me leéis desde fuera de España probablemente no tengáis mucho interés en este asunto. En cualquier caso, explico brevemente antes del artículo de qué va la historia, por si os apetece luego leerme.

1. Alguien graba un vídeo de El Gran Wyoming, un popular presentador televivo español, echándole la bronca de muy malas maneras a una becaria.



2. Una cadena rival, Intereconomía, que mantiene un fuerte enfrentamiento con Wyoming, emite el vídeo como 'exclusiva mundial' (pobres ilusos). El vídeo resulta ser un montaje del propio Wyoming para reírse de los de Intereconomía.


Pequeño Gran Wyoming

En primer lugar, es evidente que la gamberrada de Wyoming no tiene justificación. Es algo que no se debe hacer. En los medios de comunicación no vale todo. Yo nunca lo haría, pero...

Sé que voy a ser polémico, pues en mi opinión este montaje es una pequeña
'trastada' infantil sin importancia, al lado de otros asuntos relacionados con esta historia. Este vídeo es Pecata Minuta. Lo menos interesante de todo. Se ha criticado muchísimo en la prensa esta historia, y muchos medios olvidan otras cosas que también han pasado. Diría que se podría aplicar un poco aquel refrán que dice 'quien roba a un ladrón, tiene cien años de perdón':

1. Antes de todo esto, Xavier Horcajo, el engañado, calificó sin ningún pudor a Wyoming de 'bufón', y de 'puta' (preferiría no haber tenido que escribirlo) a su compañera, Beatriz Montáñez. En fin, el montaje es una 'pequeña' venganza por tan grosero calificativo hacia la pobre locutora que les ha salido bien. Esta gamberrada no es un hecho aislado, forma parte de una cadena de acontecimientos lamentables.

2. Se habla mucho del montaje, pero no se habló tanto
de aquellos matones acreditados por Intereconomía –uno de ellos ex guardaespaldas del tránsfuga Tamayo– para impedir que Estíbaliz Gabilondo reportera de otra cadena– tomara declaraciones a Carlos Fabra, el presidente de la Diputación de Castellón, imputado por 9 delitos de corrupción en los tribunales.

3. Se olvida asímismo que la policía detuvo a dos miembros del grupo Intereconomía, enviados a sobornar al abogado que lleva la acusación contra el tal Carlos Fabra, un personaje de mucho cuidado.

4. Los periodistas de Intereconomía son muy poco profesionales. En El Mundo
que son muchísimo mejores– también dieron la noticia, pero 'con pinzas'. Habían notado que se veía a la legüa que era un montaje, y lo calificaban como una locura, una gamberrada de Wyoming 'posiblemente falsa' y ya está.

5. El que escribe estas líneas trabajó hace unos añitos para Intereconomía, escribiendo artículos de cine con Eduardo Torres Dulce y otros críticos, en la revista insignia del grupo: Época. Hasta que un día me retiraron el sueldo y me dijeron que podía seguir colaborando si quería, pero sin cobrar.
No sé si sabré explicar mi punto de vista, pero soy un profesional. Si escribo en esos sitios es para comer. Puedo escribir sin cobrar, en un blog como éste o la web de un amigo, porque ahí pondré lo que me dé la gana, pero no para ellos. Así que rechacé cortésmente su invitación y abandoné la revista (al igual que todos los demás). Por mí, si alguien acepta escribir gratis para una revista que lleva publicidad
con la que los jefazos se están forrando es su problema, a mí me da igual. Por lo que sé encontraron aficionados dispuestos a escribir críticas de cine. Me parece bien que cimenten todo el grupo con amateurs, ellos sabrán lo que hacen. Claro que luego yo no me extraño de que estos no profesionales se dejen colar vídeos tan evidentemente falsos.

Así las cosas, desayuno ayer con la noticia de que el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Urbaneja, ha mostrado su 'profundo pesar e irritación' por la bromita de Wyoming. "Revela un desprecio y una enorme ignorancia de las reglas de este oficio", dice.

¿Qué oficio? ¿Se refiere al periodismo? Porque bueno, no creo sinceramente que Wyoming pretenda en serio ser periodista. Si se califica así, será con cierta ironía. Creo que más bien se considerará a sí mismo un 'provocador', un humorista o un presentador televisivo. (Sí que es licenciado en periodismo el tal Xabier Horcajo, aunque ha demostrado una preocupante falta de profesionalidad).

¿No debería el responsable la Asociación de la Prensa haber protestado porque existan grupos como Intereconomía que pretendan salir adelante sin pagar a los periodistas? Creo que ésa sería la función de esta asociación: protegernos a nosotros.

Francamente, al leer sus declaraciones estuve a punto de romper mi carné de socio. Pero luego me calmé, y recordé que sirve para entrar gratis al Museo del Prado, y para tener un seguro médico que está bastante bien. Así que no me voy a borrar, pero protestaré de alguna manera. De momento escribiendo estas líneas tan furibundas.

Y es que los responsables de la Asociación de la Prensa viven en otro mundo. Para protestar por la gran cantidad de despidos que ha habido en el sector han convocado una manifestación a las 12 de la mañana, una hora a la que no podemos acudir los que no hemos sido despedidos (por ahora), si queremos que nuestros medios se sigan elaborando.

El incombustible Horcajo sigue saliendo en televisión. Yo me moriría de vergüenza: