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jueves, 18 de marzo de 2010

Guía para ser un vampiro

¿Eres un vampiro y te sientes totalmente desorientado ante el caos imperante en la sociedad moderna? ¿No sabes si tienes que comprarte un tractor para sembrar el miedo? No te preocupes. Por fin ha salido al mercado el libro "Manual del vampiro moderno. Guía rápida para ser uno de ellos", de Xavier Antoine Terrisse, guía práctica que despejará a los chupasangres cualquier duda sobre cómo desenvolverse en la sociedad. La editorial Saymon ha tenido el acierto de publicar este libro, que llena, sin duda, un vacío absoluto sobre el tema en el mercado.

Ahora podrás unirte a un grupo de vampiros sin hacer el ridículo, o emular a tus ídolos: Drácula, Ángel, Lestat, Edward Culen, etc.

Por ejemplo, ¿cuál es el mejor momento para morder a alguien? ¿En qué lugar? ¿Sabías que es crucial buscarse una guarida que sea poco accesible para los humanos?

¿Te harán retroceder los crucifijos si eres de confesión judía?

¿Te acordarás de que cuando le pidas un destornillador al vecino es necesario aclararle que no te dé el destornillador de cruz?

Comenta el autor que la intención de este libro es "normalizar la realidad actual del vampiro". Ya era hora que alguien sacara adelante una obra tan valiente sobre un tema de enorme interés.

Este libro puede ser bastante necesario. Recuerdo que hace años hubo un ciclo de cine en el que ponían M, el vampiro de Düsseldorf, la legendaria película de Fritz Lang. Acudió un grupo de góticos, posiblemente amiguitos de las hijas de Zapatero. Todos ellos iban vestidos en la línea de Christopher Lee, en Drácula (1958). Su cara era todo un poema cuando se dieron cuenta de que la película iba en realidad de un asesino de niñas, y que lo de "vampiro" era un mote, como "El carnicero de Milwaukee".

Dos semanas después se fueron al estreno de Drácula, de Bram Stoker, la versión de Coppola, muy contentos porque esa vez no podían fallar. Pero descubrieron que se habían quedado completamente desfasados, porque el vampiro de la película lucía un look muy "cool", con ropa oriental de diseño, y un deslumbrante traje de época con sombrero de copa y pequeñas gafas azules.

lunes, 11 de enero de 2010

Drácula vuelve de la tumba

Existen personas que nacen con la vida solucionada. Algunos han tenido la suerte de heredar los derechos de autor de las obras de sus padres o ancestros y en algunos casos, eso le permite vivir "por la cara", si la canción es muy popular y cada vez que aparece en una serie, película o programa televisivo cobras dinero. Ser hijo del inventor de "Sweet Home Alabama" o "La vaca lechera" es un chollazo. Hugh Grant interpretó a uno de estos privilegiados en la comedia Un niño grande.

Pero he aquí que los derechos no viven eternamente como los vampiros, sino que prescriben al cabo de los años. Es lo que les ha pasado a los herederos de Bram Stoker, que debieron hincharse a ganar dinero con los royalties de Drácula, pues anda que no se han hecho películas, comics, representaciones teatrales y hasta helados de coca cola con relleno de fresa, color sangre, del celebérrimo vampiro.

Resulta que la familia era bastante tiquismiquis. La viuda del autor, Florence Stoker, denunció a Murnau por rodarNosferatu, la obra maestra del Expresionismo Alemán, que al fin y al cabo era la misma historia con los nombres de los personajes cambiados. Pero eso ya se acabó. Actualmente, los derechos de Drácula son universales, como el Diluvio o los destornilladores.

Muertos los derechos de autor, no se ha acabado la rabia. Así lo demuestra Dacre Stoker, que ha resucitado al carismático personaje en "Drácula, el no muerto" –el título no podría ser más apropiado–, secuela tardía a más no poder, pues llega a las librerías un siglo y más de una década después que el original. Y nos quejábamos de tener que esperar unos meses para el tercer libro de Millennium.

El Stoker de ahora le ha echado bastante 'jeta' a la cosa. Asegura que se ha basado en unas notas de su abuelo, que ya en su día se había planteado escribir la segunda parte. Si vende mucho, seguro que encuentra también un diario en el que hablaba de una tercera, una cuarta y una quinta entrega. Stoker ha reclutado al guionista Ian Holt, que posiblemente es el que haya hecho todo el trabajo, aunque su nombre figura en pequeñito, por debajo del suyo. Al parecer está en marcha la película, que producirá Jan de Bont.

Sobre la novela, en fin, obviamente es como si la continuación de Don Quijote la escribiera Dan Brown. No se puede comparar un clásico, con su impresionante estructura epistolar, con este nuevo best-seller de poca entidad. El libro es al original lo que la mortadela al jamón de pata negra. Pero claro, en tiempos crepusculares de vampiros sosos que no muerden a nadie, Lestats y mamarrachos varios, un Drácula como éste resulta de lo más ameno. con los personajes originales, guiños a mansalva, etc., y es que cuando hay hambre, un bocata de mortadela viene al pelo.

viernes, 13 de noviembre de 2009

El grupo Prisa recupera el "español neutro"

Posiblemente, muchos ni recordaréis lo que es el español neutro. Cuando yo era pequeño –o sea en el Pleistoceno, hace muchísimos años–, algunas series como Espacio 1999 –el año 1999 era por entonces una fecha lejana que sonaba a ciencia ficción– y las películas de Walt Disney no estaban dobladas en España, sino que los personajes hablaban en lo que se conocía como ‘español neutro’, tal como se llamaba a un modelo de lengua pensado para que se entendiera por igual en todos los países hispanohablantes.

Lógicamente , no era una tarea fácil. Esas películas sonaban igualmente extrañas en todos los países, con un acento imposible. Y los diálogos no tenían desperdicio:

“Jim, ayúdame, quedé atorado en la cajoneta del auto”.
“Tráigame una foto tamaño credencial”.

Creía que ese idioma había quedado relegado al olvido, pero Prisa lo ha rescatado en el libro "Nocturna", de Guillermo del Toro y Chuck Hogan, publicado por Suma de Letras, editorial que pertenece al Grupo Prisa. Se ve que el grupo mediático creado por el fallecido Jesús de Polanco tiene problemas económicos, se dice que la crisis les ha afectado, y que están al borde de la quiebra. Así que no se han podido permitir el lujo de traducir al español de España el libro, escrito originalmente en inglés –además de que ha salido en tapa blanda y aún así cuesta unos 20 euros–.

Si el mexicano Del Toro lo hubiera escrito en el español de su país, estaría justificado que se publicase tal cual, claro. Pero uno tiene la impresión de que el tal Hogan lo ha escrito casi él solo con impagables detalles –eso sí– sugeridos por Del Toro. No tiene sentido que se haya editado así, con algunas frases que no se entienden.

Resulta cuanto menos sorprendente la expresión “haló la manija”. Y el caso es que se repite una y otra vez a lo largo de la novela. Los personajes se pasan el libro ‘halando manijas’, lo que al parecer, según unos amiguetes mexicanos (o debería decir ‘ unos cuates’) se pronuncia ‘jalar la manija’ y significa ‘tirar del pomo de la puerta’.

¡Iba a devolver el libro indignado! Pero el caso es que acabé enganchado. Es un relato de vampiros muy clásico, con reactualizaciones curiosas relativas a los espejos y a los cruficijos, con detalles siniestros muy en la línea del cine del ‘friqui mexicano’ (así se define el propio Del Toro). ¡A ver si se anima y hace la película! ¿Quizás después de que termine la adaptación de ‘El hobbit’?

sábado, 18 de abril de 2009

El 23-F de cerca (s)

Cuatro años llevaba esperando otro libro de Javier Cercas, tras La Velocidad de la luz (2005). Y va el hombre y nos sorprende con una especie de ensayo sobre el 23-F que se titula Anatomía de un instante. Mi primera reacción fue de decepción absoluta, e incluso de enojo. Encima que es un escritor lento -porque hay que reconocer que me encanta- pero es tan seguro como lento, va y escribe sobre un asunto que a priori, no me interesaba nada. O por lo menos sobre un tema sobre el que creía que ya lo sabía todo. El único volumen que estoy esperando ansiosamente relacionado con el 23 F es el libro autobiográfico de Adolfo Suárez, que su hijo Adolfo, Jr. ha prometido que publicará tras la muerte de su padre, y que seguro que ofrece respuesta a algunos de enigmas sobre el golpe de estado y otros asuntos de la Transición.

Al final empecé a leer Anatomía de un instante, pero confieso que únicamente porque me encanta Javier Cercas. No tenía a priori ningún interés. Es más, cuando empecé a leer el libro, descubrí que se limitaba a recopilar datos ya sabidos sobre el 23-F, sobre la Transición y sobre Adolfo Suárez. Alguna de sus conclusiones tienen gran interés, especialmente lo relativo a que su momento, el rey, explicando a diestro y siniestro que la situación de España era tan caótica que había que quitar a Suárez del poder como fuera, cimentó la placenta del golpe, e incluso dio alas a aquellos que pensaban que era necesario dar un golpe de estado, aunque éste al final se intentó llevar a cabo paradójicamente cuando el presidente del Gobierno ya había dimitido y se votaba la investidura de su sucesor. Viene a aportar Javier Cercas que cuando el golpista Alfonso Armada dejaba entrever que tras su conspiración estaba el rey, la hipótesis sonaba bastante creíble. También es bastante interesante el tratamiento que realiza de los personajes, ya que les reconoce aciertos al rey y a Suárez, pero también les achaca sus errores. Esto era una bocanada de aire fresco para mí tras la reciente película televisiva emitida por RTVE titulada 23-F, el día más difícil del rey, donde el monarca era una especie de superhombre con muchísima iniciativa y más preocupado por la Constitución que por su corona y su vida. Y yo me lo creo.

También me ha dado que pensar este libro sobre lo cerca que estuvo de triunfar el golpe. Sobre todo por la falta de oposición al mismo. Siempre nos tomamos todos el golpe un poco 'a chirigota', sobre todo porque el que había tomado el Congreso era un guardia civil que parecía sacado de un tebeo o una película de Berlanga. Pero la realidad es que nos salvamos por los pelos, y salvo el propio rey y El País, con su histórica editorial a favor de la democracia, hubo aquel día pocas más muestras de oposición a los sublevados. Que los españolitos bien que hicimos una manifestación masiva de adhesión a la democracia cuando ya había pasado todo, pero el mismo 23-F estábamos todos encerrados en casa y la única preocupación de cada uno era salvar el culo. Eso era también lo que parece que les preocupaba a los políticos, a los capitanes generales y al propio rey.

A medio libro me di cuenta de que me causaba una especie de efecto nostálgico. Y es que un libro que hablaba de Adolfo Suárez, de Gutiérrez Mellado y de Tejero me remitía directamente a mi infancia, como si estuviera leyendo un libro sobre Naranjito, Heidi, La bola de cristal o Mazinger Z. Que recordaba que aquel día no hubo cole, y me quedé en casa viendo La princesa y el pirata. Para los niños, el 23 F fue una fiesta. De hecho, otras aburridas tardes de colegio he soñado conque hubiera otro golpe de estado de ésos.

De todas formas, mientras leía el volumen, no acababa de entender muy bien a dónde quería llegar Javier Cercas, y por qué contaba esta historia. Seguía leyendo, y al final el autor se explica. Y todo ha cobrado sentido para mí. No es plan de reventarlo, pero digamos que el libro supone una reconciliación del propio autor con la generación de aquellos que hicieron la Transición, la de nuestros padres, ésos a los que les hemos echado en cara tantos y tantos errores. Y sin embargo, la conclusión es bastante clara: nos creíamos que nosotros lo habríamos hecho mucho mejor, pero es posible que hubiéramos cometido los mismos errores u otros peores. Resulta al final que el autor de Soldados de Salamina ha escrito un libro de reconciliación intergeneracional bastante emotivo. Creo sinceramente que Anatomía de un instante, de Javier Cercas, es un libro bastante importante.

sábado, 14 de febrero de 2009

La vida efímera de los libros

En la sociedad del marketing y el consumismo salvaje en la que vivimos los productos son bastante perecederos. Por ejemplo, os aseguro que veo cinco o seis películas de estreno a la semana (y aún así me suelo perder dos o tres que también llegan a las carteleras). O sea, que hacen un total de unas 260 al año más o menos. Y si me preguntan ahora qué películas he visto en 2008, a bote pronto me acuerdo de My Blueberry Nights, El caballero oscuro y Wall-E, y eso es todo. Bueno, y también me acuerdo de Casi 300, la película más infumable que he visto en mi vida, pero me acuerdo de ella porque me produjo pesadillas de lo tremendamente malísima que era.

También los libros duran poco. ¿Os habéis fijado en la sección de novedades de cualquier librería? Está llena de docenas de volúmenes variopintos que ya no existirán la próxima vez que visitéis el mismo establecimiento. Sencillamente habrán desaparecido de la faz de la Tierra; y como mucho, alguno saldrá en edición de bolsillo y vivirá un poco más.

Y tanto afán en publicar libros y libros para que luego en todos los vagones de metro todos los viajeros se hayan puesto de acuerdo en leer El niño con el pijama de rayas.

Todo esto es un auténtico problema para aquellas personas que pretendemos pensarnos lo que vamos a comprar o no. No, no es que yo vaya de inteligente ahora, de hecho no lo soy, y me dejo llevar por el afán consumista como todos, pero resulta que no tengo mucho dinero, soy bastante pobre y sólo puedo comprar aquel libro que realmente vaya a leer. O sea, que voy a la librería, veo las novedades, pero no compro a lo loco, aunque luego al cabo del tiempo pienso que tal vez aquella novela que vi sobre tal o cual tema podría estar bien, y acabo sucumbiendo y me la compro.

Tardo tanto en decidirme que cuando llego ya se han agotado. De hecho me ha pasado también con alguna que otra chica, que he tardado en decidirme en pasar a la acción -aunque eso ha sido más bien por falta de seguridad en mí mismo-. Y cuando me he decidido a dar un paso adelante, ya había encontrado a su príncipe azul, se había casado y hasta tenía churumbeles.

Me ha pasado con una novela que se titula 13,99 del vangüardista francés Frédéric Beigbeder. Vi el libro por primera vez un día en que no sabía qué leer, pero al final acabé comprándome en su lugar otro de mi queridísimo Ian McEwan. Al cabo del tiempo, me recomendó el libro mi amigo ex bloguero, pero él no me lo ha podido prestar, porque entre otras cosas lo leyó en francés. Y cuando he ido a por él había desaparecido de todas las librerías.

Odio que me pase eso. No es la primera vez. Me dijeron que estaba descatalogado. Pero como hasta hace poco existía, imaginé que habría alguno perdido en librerías poco transitadas. Llevaba una semana recorriendo establecimientos y nada. Además, me pasa algo horrible, no puedo leer otra cosa. Tiene que ser la novela que estoy deseando leer o nada. Tengo la necesidad creada y necesito hacerme con él a toda costa.

Qué gran alegría me he llevado hoy en una de las típicas librerías madrileñas. Les quedaba un ejemplar perdido. Paradójicamente, me ha costado 13,99 euros, o sea que el precio es también el título del libro. Hace referencia a una táctica habitual del mundo del marketing, sobradamente conocida: la gente cree que algo que cuesta 99,99 es mucho más barato que algo que cuesta 100 euros. No sólo cuesta lo mismo sino que se resisten a darte el céntimo.

-Es que no tengo céntimos sueltos, ¿no te importa que no te lo dé?
-Pues no es mi problema. Legalmente me tienes que dar cambio, así que busca el céntimo donde sea.

Siempre hago eso. Si ellos son tan 'listillos' como para emplear una táctica tan sucia, que me den mi céntimo. Desde aquí hago un llamamiento al mundo para que todo el mundo pida el céntimo, así se les quitarían las ganas de poner precios tramposos a esos hijos de la grandísima puta.

¿El ocho costaría ocho euros en esa misma librería? En fin, no he preguntado el precio de 2666, de Roberto Bolaño, que me gustó mucho, pero no me lo podría permitir.

La novela, 13,99, es una sátira del mundo de la publicidad y el marketing y todo esto. Sólo he podido leer las primeras páginas en el metro ('el metro se invento para leer' me dijo una vez un jefazo de una gran editorial que leía mucho). El resto de gente del vagón leía 'El niño con el pijama de rayas' y me miraban como si estuviera loco. En fin, no sé cómo seguirá, pero la novela la narra un publicista en primera persona y empieza bastante bien:

"Soy publicista. Contamino el universo. Soy el tío que os vende mierda" (...) "Cuando a fuerza de ahorrar logréis comprar el coche de vuestros sueños, el que lancé en mi última campaña, yo ya habré conseguido que esté pasado de moda. Os llevo tres temporadas de ventaja, y siempre me las apaño para que os sintáis frustrados".

Este libro me va a gustar. En fin, siento crearos la necesidad de ver pelis, pero esta semana se estrenan dos peliculones. Los detalles en este vídeo:

miércoles, 15 de octubre de 2008

La colombiana guapa y el turolense esotérico


Tras mis comentarios sobre el Nobel, quisiera escribir unas líneas sobre otro premio literario de enorme prestigio, el Planeta,  el segundo más importante en dotación económica, y que se entrega esta noche. Como sabéis sobradamente, desde siempre se ha rumoreado –sin duda por culpa de personas sin escrúpulos con muy malas intenciones– que tan insigne galardón pudiera estar completamente amañado. ¡Hasta dónde puede llegar la maldad del ser humano!

Según estos maliciosos infundios sin sentido, José Manuel Lara, presidente del Grupo Planeta, habría contratado a Fernando Savater, Javier Sierra, o la colombiana Ángela Becerra para que escribieran una novela, y luego les habría dicho a los miembros del jurado que les tenían que dar los premios a ellos. Menos mal que el propio José Manuel Lara, se ha apresurado a poner orden, y ha realizado declaraciones al respecto. ""Mi casa la tengo bien controlada y el jurado es poco manipulable. Nadie puede poner en duda la libertad con la que hacen su trabajo", ha dicho.

El Planeta es al menos un premio de lo más ameno, porque todos los años pasa lo mismo. Los periodistas que escriben sobre libros aseguran que saben perfectamente quién va a ganar ese año. Entonces José Manuel Lara da una rueda de prensa junto con el secretario del jurado –en este caso Carlos Pujol– en la que aseguran que no tienen ni idea todavía de quién ganará los premios. Ni la más mínima idea. ¡Y los periodistas intentan sonsacarles! En la comparecencia de ayer, los maquiavélicos periodistas preguntaban si iba a ganar un autor de Teruel especializado en esoterismo (en referencia al tal Javier Sierra) y si la finalista iba a ser una colombiana muy guapa (que sería Ángela Becerra). Pero Lara no soltó prenda. "Si alguien de mi casa manipula el premio por atrás, yo no me entero. Pero lo dudo, porque yo mi casa la tengo muy controlada", comentó.

Por cierto, la colombiana guapa podría ser también Laura Restrepo, pues aunque ya está algo mayor, a mí siempre me ha parecido atractiva. Es que soy de esos bichos raros a los que la capacidad intelectual les da morbo. Sin duda debo ser una especie de sátiro.

Si alguien quiere hacer una porra, yo apuesto a que Fernando Savater será el ganador y Ángela Becerra la finalista. Teniendo en cuenta el gran número de autores que escriben en español, mis posibilidades de acertar son más bien escasas. Así que si el señor Lara se pasa por este blog le animo a apostar contra mí.

sábado, 11 de octubre de 2008

El novelista del Nobel

Sólo se puede calificar de acertadísima, sin lugar a dudas, la sabia decisión de la Academia Sueca de premiar con el Nobel de Literatura al imprescindible escritor francés Jean Marie Le Clézio, de lectura obligatoria en el sistema educativo de su país. Estaréis de acuerdo conmigo en que sin duda, se trata de uno de los grandes nombres de la Literatura de la última década, como llevo repitiendo ya desde hace unos años. Suscribo al pie de la letra las palabras de la Academia cuando le definen como "autor de nuevas experimentaciones, aventuras poéticas y de sensual éxtasis, explorador de una humanidad dentro y fuera de la civilidad imperante".

¿Os habéis creído el párrafo anterior? Es mentira. Aunque me alegro muchísimo por él y por su familia, y espero que el premio les ayude a tapar algunos agujeros, confieso públicamente sin ningún pudor que hasta ayer no había oído jamás nombrar al tal Le Clézio. Es más, sospecho que el 99 por ciento de los que han comenzado hoy sus columnas de opinión o sus blogs con párrafos parecidos al mío tampoco le conocían de nada. Para empezar, poco se ha publicado de él en España (Tusquets tenía dos novelas, La cuarentena y El pez dorado, pero estaban descatalogadas), por lo que si quien os asegura que conocia al dedillo sus obras no habla francés, ni tiene el don de lenguas, es mejor que desconfiéis un poco de él. Se me ocurre un amigo que lee esas cosas, coescribe un blog bizarro, y comparte conmigo la afición por otro escritor francés, Houellebecq (jo, ése sí que habría sido un gran Nobel). O su pareja, que lee mucho y conoce muchos escritores raros. Y cuatro catedráticos de Filología francesa. El resto de los que aseguran que le conocen mienten como bellacos. O como yo en el primer párrafo.

Es más, aún a riesgo de quedar como un ignorante, aunque en El País siempre conocen sobradamente a los premiados, en mi caso la mitad de los años ni siquiera he escuchado hablar de ellos (en las últimas ediciones es aún peor, no conocía a ninguno excepto a Harold Pinter). Tiene algo de maldad esta academia sueca que cada año se empeña en recordarme lo poco que sé de Literatura. Uno presume de tener cultura general, al menos en las páginas de ligoteo de internet, y luego desconoce por completo a escritores tan importantes que se merecen el premio más importante del mundo. Yo leo de vez en cuando algún libro, pero se ve que no leo lo suficiente.

Como muchos periodistas tampoco conocían de nada a Le Clezio, todos han recurrido a la Wikipedia. Es divertido leer lo que dice esta enciclopedia 'on line' en casos así y luego leer los periódicos, porque aparecen exactamente los mismos datos. Sí existe algo erróneo, caen todos. Unos graciosetes que sabían sobradamente que ocurre eso, aprovecharon la ocasión para escribir informaciones falsas, puesto que mientras lo corrigen o no, pueden pasar unas horas. Como habréis leído, ocho minutos después de conocerse el galardón, la Wikipedia aseguraba que el escritor, al enterarse de la noticia, había sufrido un infarto de miocardio, por la emoción. Posteriormente le habían trasladado al hospital Charles de Gaulle, de París, donde había fallecido. Pocos minutos después, aparecia en la Wikipedia que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, había expresado sus condolencias a la familia del escritor, por el desgraciado fallecimiento.

He leído hoy dos periódicos, pero no he podido mirar más. Estoy casi seguro de que alguno habrá recogido la noticia de la muerte de este hombre.

jueves, 2 de octubre de 2008

Polauster se hace el remolón

Polauster crió buena fama y se echó a dormir. Como cuenta con lectores incondicionales –sin ir más lejos el autor de este blog, que leerá todo lo que haga, por muy malo que pueda ser, y aunque le contraten para escribir el Superpop– el hombre se ha relajado, y ha escrito una novela premeditadamente menor, Un hombre en la oscuridad, con un tipo al que no le pasa nada y que no sale de su dormitorio –aunque al menos imagina una historia que transcurre en diversos escenarios–. Ya van dos veces, pues la anterior, Viajes por el scriptorium, tenía como protagonista a uno que tampoco salía de su cuarto. Y también era muy poca cosa, soportable sólo por sus seguidores más acérrimos, que al menos disfrutamos de sus múltiples autorreferencias.

Brooklyn Follies fue su último intento de escribir una novela, novela, que dejara poso. No llegaba a la altura de sus mejores trabajos, pero ofrecía varios personajes interesantes a los que les pasaban cosas. Pensé que Viajes por el scriptorium era una breve pausa para tomarse un Kit-kat y contraatacar con algo más ambicioso. Mi ilusión se desvaneció cuando tuve entre mis manos el ejemplar de su nuevo trabajo en la tienda, pues aunque el librero pensaba que yo botaría de alegría cuando me lo dio, no pude evitar poner cara de desilusión absoluta porque descubrí que el ejemplar apenas sobrepasaba las doscientas páginas, posible síntoma de que aquello no iba a ser lo que yo esperaba.

La subtrama imaginada por el protagonista acaba de forma abrupta, como si se hubiera aburrido de ella en un momento dado. Y cuando empieza a contar cosas interesantes sobre el protagonista y su esposa –el mejor personaje– se acaba el libro. Al menos funciona –más por oficio que por inspiración– y se lee de un tirón, pues Polauster ofrece una de sus estructuras imposibles, que mezclan ficción y realidad. Me gustaron sus críticas al gobierno de los Estados Unidos, al que acusa –también en sus declaraciones públicas– de fraude electoral, y que en la subtrama de ficción es la causa de una guerra civil en el país. En fin, espero que la próxima vez, Polauster se levante un poco antes de la cama, deje de hacerse el remolón, y se ponga a trabajar un poco más.

lunes, 2 de junio de 2008

La lluvia cae sobre la Feria del Libro


Como el viernes llovía muchísimo en Madrid, intuí que habría empezado la Feria del Libro. Es una tradición, como el turrón de Navidad: siempre que llega la Feria del Libro llueve. Ni siquiera el cambio climático ha dado al traste con esta maldición cósmica que el evento arrastra consigo. Cogí el paraguas y fui a darme una vuelta por allí, aunque confieso que no la pude recorrer entera porque es inacabable. De todas formas, viví grandes alegrías en forma de novedades literarias que me han hecho pasar un fin de semana estupendo a base de buena lectura.

He visto que muchos blogs recomiendan libros, así que a mí me gustaría también recomendaros unos cuantos libros y cómics. Por si os sirven de algo mis consejillos.


La gran sorpresa de la Feria del Libro. Llego a una caseta de una tienda de comics y resulta que ¡Ralf König ha sacado un nuevo álbum! ¡Salto de alegría! Se titula El diván de la psicóloga. Me lo leí después -cómodamente instalado en el sillón- de un tirón. Básicamente, se lee él solo. Tiene un guión muy superior a muchísimas películas. Gran sorpresa. Por una vez, la protagonista es ¡una mujer! A las chicas les encantan los tebeos de König, pero en todos los que conozco los personajes femeninos que salen son bastante histéricos, como la novia del hetero de El hombre deseado.

Parece que esta vez, el dibujante alemán se ha propuesto en serio retratar en profundidad a una mujer creíble, de carne y hueso. Y lo consigue. Su protagonista es una psicóloga con problemas para encontrar hombres que merezcan un poco la pena, que tras un desengaño brutal conocerá a un granjero de paso por Berlín... No cuento más, pues no me distingo por destripar argumentos.

Por supuesto, no faltan los personajes homosexuales, y mucho humor del que le gusta a König, a base de retratar el universo femenino desde el punto de vista de los gays. Y un musical bastante gay basado en... (uy, mejor no decirlo, prefiero que lo descubráis vosotros mismos). Pero esta vez, curiosamente, son secundarios y salen mucho más los heteros. Retrata temas muy de actualidad, como las citas por internet o los videojuegos.

En fin, empezaréis a pensar que la editorial me da comisión. ¡Pero es que me ha encantado!


Otro autor de tebeos que sigo desde hace mucho es Peter Bagge, creador de Odio. Su nuevo trabajo se titula Apocalipsis Friqui. Está muy solicitado, porque se ve que sólo con leer el título, la gente lo compra a mansalva. De hecho, tuve que ir a varios sitios a ver si lo conseguía, y estaba bastante agotado. Al final, vi un ejemplar que decía 'ven con papá' y me abalancé de un salto sobre él, justo a tiempo, un segundo antes de que me lo quitara otro tipo que había fijado su mirada sobre él. Merece la pena, porque la premisa es muy interesante. ¿Cómo se las apañarían dos 'urbanitas', absolutamente negados, si hubiera una catástrofe? Una bomba nuclear cae sobre Seatle y los dos protagonistas, que estaban fuera de la ciudad, deben sobrevivir como sea. Me sentí identificado con ellos, porque claro, yo sólo sé escribir revistas -y no demasiado bien-. Si por circunstancias de la vida tuviera que cazar para comer o algo así, ¿qué sería de mí?


Aunque salió hace unos días, no había tenido tiempo hasta ahora de pasarme por una librería, para hacerme con el nuevo trabajo de Eduardo Mendoza, que se titula El asombroso viaje de Pomponio Flato. Aunque se trata de una novela menor del autor de la imprescindible La ciudad de los prodigios, tiene su gracia como siempre, y está muy bien escrito. Como profesional de la escritura, me quito el sombrero. Si un día consiguiera escribir una frase la mitad de ingeniosa que cualquiera de las que compone Mendoza, ya podría retirarme feliz. Sin duda, es uno de mis escritores españoles actuales favoritos, por no decir uno de los pocos que soporto.

El argumento es totalmente delirante y un poco irreverente. Un romano de paso por Nazaret ayuda al niño Jesús a resolver un crimen del que han acusado a San José. Es una novela detectivesca con mucho humor del estilo de El misterio de la cripta embrujada, y aunque no llega ni de lejos a la altura, se lee de un tirón. Como suele ocurrir con los libros de Mendoza, de repente te descubres a ti mismo muerto de risa. Me lo iba leyendo en el metro de regreso a casa cuando en un par de momentos solté una ruidosa carcajada y la gente me miraba mientras probablemente estaban pensando: 'Este tío está como un cencerro'. Y es posible que tengan razón.


Y por último una novela que leí hace tiempo. Pero es que es realmente buena. Tanto que no puedo dejar de recomendárosla. Se titula El ardor de la sangre y es de Irène Némirovsky. Como sabéis la pobre autora murió en un campo de concentración nazi, y sus hijas lograron salvar la novela que estaba escribiendo sobre la ocupación de Francia, Suite francesa, que se publicó hace pocos años y que es absolutamente magistral. La historia del libro es tan apasionante como el propio volumen en sí.

Pues bien, como me gustó tanto, recuperé algún otro libro de la autora, como El baile. Y hace poco se ha descubierto El ardor de la sangre, que es otro título que se había quedado sin publicar. Los personajes están descritos en primera persona por un narrador, Silvio, que es un tipo que dilapidó su fortuna y vive en una villa provinciana. Su prima Hélene tiene una hija, Colette que acaba de casarse con un tipo ideal con el que ha tenido un hijo... Tiene giros inesperados, va creciendo en intensidad, y trata una gran multitud de temas, como el homicidio o la vitalidad juvenil, pero lo mejor es que describe la Francia rural de los años 30 con una capacidad de síntesis asombrosa, pues es una novela bastante cortita.