domingo, 28 de diciembre de 2008

Un asunto calamitoso

Por intentar quedar bien con una simpática compañera del trabajo, se ha llevado la impresión de que soy un descerebrado. Ya me decía mi madre que tenía que ir siempre con la verdad por delante, pero es que a veces cuesta un poco.

Doña Elvira es una buena mujer. O al menos bienintencionada. Son las únicas palabras que se me ocurren para definirla. No busca el mal de nadie, aunque me lo haya traído a mí. Me ha hecho sentir como un personaje de Milan Kundera, el protagonista de un cuento de El libro de los amores ridículos. Rehúye firmar una carta de recomendación para un autor que en realidad no le gusta nada. Por no decirle que no le interesa lo que está haciendo, prefiere darle largas. Pero el tipo va en su busca una y otra vez y le persigue y acaba arruinándole por completo la vida.

Pues a mí, en la vida real, ha estado a punto de pasarme algo parecido. Doña Elvira siempre tenía una sonrisa amable, me regalaba entradas para el fútbol y me preguntaba por mi salud cada mañana. Hasta que el otro día vino hasta mi mesa, pidiendo firmas para el Foro de la Familia en apoyo del juez Calamita. Yo paré de teclear en el ordenador para atenderla y ella me hizo el razonamiento que temía. Muy periodístico, en el mal sentido de la palabra. Muy facilón. Pero aunque no he leído la prensa de derechas, estoy seguro de que más de un articulista ha tirado por ahí.

-Es que al juez Tirado, el del caso Mariluz, le han puesto una multa de 1.500 euros por no ejecutar la sentencia del tipo que salió en libertad y mató a la niña. Y al juez Calamita, por negarse a dar un niño en adopción a una pareja de lesbianas, porque cree en conciencia que no son competentes para cuidarla, le han inhabilitado por dos años. Es un héroe. Un modelo a imitar.

"¿Sólo le han caído dos años de inhabilitación?", pensé. "¿Significa eso que permiten que vuelva a ejercer dentro de dos años un juez que en lugar de aplicar la ley, aplica la sentencia en función de lo que él cree que es justo o no?" Hace unos años leía unos cómics sobre un tipo con cara de mala leche que se llamaba Juez Dredd y que gritaba todo el tiempo. "Yo soy la ley". Y decidía lo que estaba bien o mal y él mismo mataba a los delincuentes si lo creía necesario. Y los lectores nos moríamos de miedo y pensábamos que la ciencia ficción daba que pensar, pero que por suerte nunca pasaría nada así.

A doña Elvira no le dije lo que pensaba. Al fin y al cabo es buena persona, como dije antes. Y con la argumentación con la que me había pedido la firma, si me negaba, iba a parecer que apoyaba el asesinato de una niña. Total que, tonto de mí, le dije que me alegraba mucho de que contara conmigo, pero que en ese momento no podía firmar, porque estaba muy liado con un artículo que iba a revolucionar el periodismo nacional. Y seguí tecleando el supuesto artículo, aunque en realidad estaba haciendo comentarios en otro blog, mucho mejor que éste. Se quedó mirando cómo yo tecleaba a gran velocidad y abandonó la sala.

Cuando al final de la jornada laboral iba a marcharme con cierta rapidez porque había quedado, pude vislumbrar que doña Elvira me esperaba junto a la puerta de salida. Decidí esperar unos minutos más y volví a mi habitación. Me quité el abrigo y me quedé inmóvil. De vez en cuando entreabría la puerta, sólo para constatar que ella no se había movido de allí. Tenía las hojas para las firmas en una mano, y un bolígrafo en la otra.

Llamé por teléfono a la muchacha que me esperaba en un café. Habíamos tenido conversaciones muy animadas por correo electrónico esa semana, y la cita prometía. Pero le dije que tenía que terminar un trabajo inaplazable y que tardaría un rato más en llegar.

Doña Elvira tardó dos horas en irse y yo mientras tanto no me atreví a salir. Así que cuando llegué al café, la mujer de mi vida ya se había ido. Y con razón. Y desde entonces no me coge el teléfono. También tiene su lógica. Pasé esa noche muy solo, reflexionando sobre el tema. No es que yo defienda al juez Tirado, también cometió un error. Supongo que no se merece precisamente un gran premio. Se le olvidó ejecutar una sentencia. Digo yo que no es un modelo a seguir, pero al fin y al cabo su único delito es ése, no fue él el asesino. El culpable de asesinato fue otro señor.

Tomaba un café al día siguiente con mi compañero Emilio, durante una pausa en el trabajo. Había cerrado la puerta de la cocina de la oficina con llave para que no apareciera doña Elvira. Pero cuando me di cuenta estaba detrás de mí. Juraría que había surgido de dentro de la nevera. ¿Es posible que aguardara allí durante un tiempo esperándome? Me dijo que se alegraba mucho de coincidir conmigo porque por fin podría firmarle. Entonces no pude más y salté.

Grité como un energúmeno. Dije cosas como que el juez Calamita sólo tenía ganas de llamar la atención, porque al fin y al cabo podía haber rehusado el caso si se consideraba con problemas de conciencia para pronunciarse al respecto. Que se le veía en la cara que no era un tipo normal, hombre. Y ella por una vez perdió la sonrisa tras escuchar mis gritos.

Mientras me alejaba, escuché que le pedía su firma al pobre Emilio.

-No, yo ya he firmado -dijo él con un tono muy diplomático.

martes, 23 de diciembre de 2008

Videocrítica doble: 'Australia' y 'The Spirit'

Resulta complicado para las personas oscuras, de corazón malvado, como yo, sobrevivir a la época madrileña. Tanto villancico, 'buen rollito', felicitaciones, luces de Navidad, anuncios entrañables, turrones, polvorones, mazapanes y niños de San Ildefonso se nos atragantan (sobre todo si el niño es gordito). Intento mantenerme lo más al margen posible y tengo en este momento tal cara de perro que ningún chavalín se atreve a acercarse lo suficiente como para pedirme el 'aguinaldo'.

El otro día me vino uno de esos 'pesaos' que se me aparecen por estas fechas, y me dijo que era el jodido Espíritu de las Navidades Futuras. Que me iba a enseñar lo solitarias y aburridas que iban a ser mis Navidades cuando yo fuera viejo. Le contesté que prefería estar solo que mal acompañado por espectros tan feos como él, y que por favor se largara inmediatamente. Luego apareció un colega suyo, el ángel Clarence de ¡Qué bello es vivir! Y éste se empeñó en mostrarme cómo sería el mundo si yo no hubiera existido. Pues era absolutamente igual, e incluso mejor, porque mis ex novias habían salido con tipos más guapos y las videocríticas las presentaba El Gran Wyoming, que sí que tiene gracia. Al menos para un rato.

Hablando de videocríticas, mi jefe (que también es amiguete) se empeñó en que la Navidad es tiempo de compartir y tal, y el caso es que me ha liado para que esta semana hiciéramos una videocrítica doble, por aquello de que había dos grandes super-estrenos para el día 25. Yo comento Australia –que para ser la peor película de Baz Luhrmann, mucho peor que Moulin Rouge, al menos tiene una primera parte interesante y está bien rodada–. Y él a continuación comenta The Spirit, que a pesar de los razonamientos de este hombre, es un auténtico tostón.

Esta semana también os puedo ofrecer interesantísimas entrevistas con el citado Baz Luhrmann y con Nicole Kidman y Hugh Jackman, que pasaron por aquí por Madrid. Y ahora corro a esconderme, porque falta lo peor. La llegada de los Reyes Magos. 

Al principio, a los chicos que nos portábamos mal nos traían carbón. Pero con el tiempo se dieron cuenta de que con este castigo tan tonto, no cambiábamos al año siguiente. Decidieron probar otros métodos y tomaron el camino de la violencia. Así que últimamente, cuando me pillan me atizan, a ver si recapacito y me hago bueno. Pero yo he decidido que me esconderé y no me podrán encontrar.

Tengo menos 'espíritu navideño' que Mr. Scrooge cuando se atragantó con el turrón El Lobo. Y odio por encima de todo esa estúpida expresión, 'espíritu navideño', salida de películas 'sentimentaloides' y telefilmes de sobremesa. Pero a pesar de todo os felicitaré la Navidad, y os desearé que lo paséis lo mejor posible. Lo que pasa es que mi felicitación horrible va adosada a la videocrítica. Ha quedado fatal.

En fin, que si encontrara al que inventó esto de las Navidades, yo es que lo crucificaría.

Videocrítica doble de Australia y The Spirit:

jueves, 11 de diciembre de 2008

Ultimátum al cine

Si siguen saliendo películas tan aburridas como Ultimátum a la Tierra voy a lanzar un ultimátum a los cines: que no cuenten conmigo para seguir acudiendo a las salas. Creo sinceramente que es el gran fiasco del año, pero si alguien quiere más información, le hemos dedicado una videocrítica, que se puede ver al final del post. Incluso puedo ofreceros las entrevistas que tuve el honor de que me concedieran el director del film, Scott Derrickson (El exorcismo de Emily Rose),  y el propio Keanu Reeves, que pasaron recientemente por la capital de España. Por suerte, por una extraña ley de compensación universal, también llega por fin a España este fin de semana My Blueberry Nights, el último trabajo del hipnótico Wong Kar Wai.


Y como desperté cierta curiosidad por el libro de moda, 'Los hombres que no amaban a las mujeres', del sueco Stieg Larsson, aprovecho la oportunidad para escribir sobre él, ya que lo estaba deseando. En primer lugar, me gustaría desrecomendar el libro. Sobre todo para aquellas personas que tengan una vida, a diferencia de lo que ocurre en mi caso. Tardé dos o tres días en leer las cien primeras páginas, que me parecían 'demasiado suecas' para haber tenido éxito fuera de Suecia, aunque me había llamado mucho la atención un personaje, Lisbeth Salander, una adolescente conflictiva, sociópata, huraña y vengativa, que sin embargo es un prodigio como investigadora privada. A partir de la página 100, el protagonista, Mikael Blomkvist, un periodista económico, padre divorciado, cuarentón y mujeriego, recibe el encargo de resolver un misterio, y a partir de ese momento no pude soltar el libro hasta que se acabó. Leí las 565 páginas siguientes en dos días. O sea, que no hice absolutamente nada más hasta que se acabó. Imaginad que hubiera tenido perro –se habría muerto de hambre–, novia –se habría ido con otro menos 'tarao'– o hijos –se habrían buscado otro padre–, etc.

El problema es que forma parte de la trilogía Milennium –que es el nombre de la revista donde trabaja Mikael Blomkvist–, por lo que voy a ir corriendo a la librería a por la segunda parte, que acaba de salir: 'La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina'. El tercer volumen no ha salido publicado en ninguna parte y sólo lo tiene el editor sueco, por lo que si continúa mi adicción no sé cómo lo haré para conseguir que me dé una copia, aunque tenga que chantajearle y apuntarme a clases de sueco.

El autor del libro, Stieg Larsson, no ha llegado a ver que su libro se ha convertido en un fenómeno mundial. Larsson era un periodista idealista experto en grupos de extrema derecha, hasta tal punto que la policía le llamó para asesorar en diversas investigaciones. Desde muy joven les dijo a sus amigos que sería escritor de novela negra. A los 47 años decidió que había llegado su momento, y cuando llegaba a casa, tras una intensa jornada de trabajo periodístico, se ponía a escribir la trilogía Millennium, protagonizada por un tipo que se parecía mucho a él, y que trabajaba para una revista similar a la suya. A los nueve meses terminó la trilogía de marras. Le entregó los tres volúmenes al editor, y a los pocos días falleció por culpa de un ataque al corazón. Dicen que un personaje clave de la tercera parte muere de la misma forma. "La culpa es del exceso de trabajo, y de que se alimentaba casi únicamente en los fast food, como un personaje de su segundo libro", ha dicho el desconsolado padre del escritor.

Videocrítica de 'Ultimátum a la Tierra':


miércoles, 10 de diciembre de 2008

'Crepúsculo': vampiros mormones

Tengo la singular costumbre de leer los libros de moda. Cuando entro en el metro y en el mismo vagón hay seis o siete personas que llevan El niño con el pijama a rayas me entra una curiosidad tan grande que acabo sucumbiendo y procuro conseguir el libro para leerlo. Quizás me guío por ese viejo proverbio que dice 'algo tendrá el agua cuando la bendicen'.

Y en literatura normalmente suele suceder que el agua 'tiene algo'. No ocurre exactamente lo mismo en la tele, pues intentar ver el programa líder de audiencia puede derivar en Escenas de matrimonio, o como se llame ese horror. Tampoco se debe intentar escuchar el disco del artista número 1 en 'Los 40 siempre iguales'. Pero en cuestión de libros, salvo en el caso de algún espanto máximo como El código puta mierda, que al menos era involuntariamente gracioso, lo cierto es que por regla general salta a la vista el motivo por el que ha triunfado. No sólo de Quevedo vive el hombre y pasar un rato entretenido a todos nos apetece. De hecho, en este preciso momento devoro el libro de moda, Los hombres que no amaban a las mujeres, del sueco Stieg Larsson, y si bien es cierto que repite las cosas cinco veces como si estuviera dirigido a tontos, tiene una trama absorbente y personajes memorables (aumenta brutalmente el interés cada vez que sale Lisbeth Salander). ATENCIÓN: No intente leer ese libro. Es desmesuradamente adictivo. No dormirá. Allá usted.

No es mi intención abogar por la literatura con sustancia y despreciar los best-sellers por sistema, para darme ínfulas. Y además, soy un apasionado del género vampírico, pues una de mis novelas favoritas de todos los tiempos es Drácula, escrita por la secretaria de Bram Stoker. Todo lo demás que he intentado leer de este autor no me ha interesado nada, pero Drácula al parecer se lo pasaba a limpio su secretaria, que introducía 'algunas modificaciones', por lo que creo que la genialidad de ese libro es por ella, no por él.

Así las cosas, tenía un gran interés por acercarme a la saga que triunfa entre los jóvenes, Crepúsculo, de Stephenie Meyer, ferviente religiosa mormona. Como tengo poco tiempo y mucho que leer, lo he ido dejando pasar y al final he ido a ver la película, uno de los grandes fenómenos de la temporada. Sin embargo, cuál ha sido mi sorpresa al descubrir en qué consiste la vuelta de tuerca que le da a la literatura y el cine tradicional de vampiros. La responsable del film, Catherine Hardwicke, ferviente religiosa protestante y directora de Natividad, aprovecha el tradicional paralelismo entre vampirismo y sexualidad para hablar de autocontrol. El vampiro Edward desea desesperadamente morder a su amada Bella Swan, sin embargo se reprime porque está enamorado de ella y piensa que no la respetaría si se deja llevar por sus instintos más básicos.  ofrece así un mensaje moralizante para que los adolescentes que lo lean tampoco se dejen llevar por sus bajas pasiones –hablo de la película, pues del libro, sin haberlo leído, no puedo opinar, aunque imagino que subyace el mismo adoctrinamiento–. Hasta he echado de menos a los vampiros homosexuales e incestuosos de la discutible Anne Rice.

En resumen, ofrece una visión completamente opuesta a lo que más me gustaba del género, y de la novela Drácula, que presentaba al protagonista como un Don Juan Tenorio infernal, que ponía en jaque los rígidos principios de la recatada sociedad victoriana.


Más acorde al espíritu de Stoker es la serie estadounidense True Blood. Es extraña. Tiene momentos magistrales y otros que son simplemente absurdos. No sé decir si es buena o mala, sólo que no me pierdo ni un solo capítulo. En esta serie, Alan Ball, guionista de American Beauty y creador de la magistral A dos metros bajo tierra, utiliza el vampirismo para hablar de los que son diferentes, de los que no viven como espera la mayoría de la sociedad biempensante. Es realmente sugestivo el pasaje de la Guerra de Secesión en el que una vampiresa había mordido y aniquilado a los egoístas que se querían aprovechar sexualmente de ella. Cuando aparece uno que no puede acostarse con ella porque sólo tiene en mente a su mujer, prefiere vampirizarle y apartarle de su familia.



PRÓXIMAMENTE (A ÚLTIMA HORA DEL JUEVES O EL VIERNES A MÁS TARDAR) LA DECEPCIONANTE VIDEOCRÍTICA SOBRE EL GRAN FIASCO DEL AÑO: ULTIMÁTUM A LA TIERRA. KEANU: NO SABES ESCOGER PROYECTOS. ¡LA CASA DEL LAGO, CONSTANTINE Y AHORA ESTO!

domingo, 7 de diciembre de 2008

Muerte al Borbón

En relación con el tema de los insultos de la entrada anterior, me viene a la memoria un viejo chiste que cuenta mi padre. Bueno, a decir verdad, he puesto que lo cuenta él porque el mérito es suyo, para no llevarme yo los laureles, pero igual no conviene contar esto aquí en la red. Igual le procesan. Mejor convendría decir que me contó este chascarrillo alguien malvado que no es mi padre. Un tipo por la noche recorre la calle gritando:

-¡Juan Carlos gilipollas!

Las pocas personas que a esa hora recorren la ciudad se quedan anonadadas cuando le escuchan. Él sigue diciendo lo mismo a grito pelado:

-¡Juan Carlos gilipollas!

Al cabo, llega un policía. Se acerca y le pone las esposas.

-Queda usted detenido por insultar al rey. Injurias a la corona.
-Oiga usted, que Juan Carlos hay muchos.
-Sí, pero gilipollas nada más que hay uno.

En fin, que chiste más soez, malintencionado y poco respetuoso con la Corona. Pero me ha venido a la memoria porque ha ocurrido lo mismo en la realidad. ERC asegura que cuando el diputado del congreso Joan Tardà ha gritado 'muerte al Borbón', en realidad se refería a Felipe V. Es un 'grito histórico de la Guerra de Sucesión contra Felipe V', dicen. Ya, ya. Como si no supiéramos todos qué Borbón debería morir.

En fin, que quede claro que en este blog no deseamos la muerte de nadie. Yo si abdicara y se proclamara la república me doy por satisfecho. Pero qué susto se ha tenido que llevar el propio monarca cuando haya puesto el telediario y haya escuchado aquello de 'Muerte al Borbón'. Ha tenido que pensar que la cosa estaba 'chunga'... "Uy, éstos van a repetir la Revolución Francesa, ¡cómo se han espabilado!". El primero que se ha debido dar por aludido seguro que ha sido él.

viernes, 5 de diciembre de 2008

De insultos políticos y alabanzas a Pixar

Desatiendo mi blog por miedo al fantasma de la recesión económica, que me lleva últimamente a aceptar cualquier trabajo que consista en escribir cosas, ya que no valgo para mucho más. Ahora mismo acepto cualquier cosa y hasta escribiría mails o cartas –de amor, familiares o lo que sea– como la protagonista de la durísima Estación Central de Brasil, prospectos para medicinas o revistas subidas de tono de ésas que algunos tíos compran 'para leer los reportajes' –precisamente yo valdría para escribirlos porque dudo que nadie los lea–.

Me habría encantado escribir sobre Bolt, primer proyecto que John Lasseter (director de Toy Story) impulsa desde el principio desde que es Director Creativo de Disney. En teoría, Disney absorbió Pixar, pero en realidad la gente de Pixar tiene el control absoluto (Steve Jobs es el mayor accionista de Disney). Parece que en la práctica, Pixar ha absorbido Disney –afortunadamente–.

La película es genial. Parece una mezcla de Don Quijote y El show de Truman, porque el protagonista es un perro que ha vivido toda su vida en un plató de televisión, y se cree que es un gran héroe canino. Impagables secundarios como unas palomas argentinas un poco despistadas y un comienzo que contiene la mejor persecución de la historia del cine de animación, mejor incluso si cabe que aquella de Lupin III: El castillo de Cagliostro, que tanto emociona a Tarantino.

Quisiera haber escrito por ejemplo sobre los insultos. Que conste que soy un forofo del noble arte de insultar. Yo mismo no paro de insultar todo el día, y la mayor parte de las veces con mucha razón. Y uno de mis poemas favoritos es aquel que dice 'Érase un hombre a una nariz pegado' tan ingenioso, que hasta Góngora, el receptor de los insultos, debió declarar en voz alta; 'Vale, es un hijo de la gran puta, ¡pero que ingenioso que es el cabrón del Quevedo, eso hay que reconocérselo!'. Una pena que no hayan recogido sus palabras los historiadores.

Por desgracia, el ingenio se está perdiendo. Uno no pide el talento de Quevedo, porque sólo hubo uno, pero sí que al menos se esfuercen un poquito, que sino no tiene gracia la cosa. El que escribe estas líneas ha dejado de ir a algún foro y más de un blog de internet, porque algunos chupacharcos se insultaban entre ellos con frases más brutas que las alpargatas del Algarrobo, y a veces con la corrección ortográfica de un sms. Llegué a leer esto en un foro:

"Bastardo de mierda, a mí no me mezcles con el hijo de puta de las fotos, maricón.
Además, ¿con qué derecho te atreves, cabrón, a lanzar acusaciones sin estar siquiera registrado? Que te jodan, acomplejado de mierda".


En la misma línea, Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, llamó esta semana 'miserables' y 'bellacos' a quienes habían criticado su fulgurante huída de Bombay. Aunque se lleva la palma el alcalde de Getafe, Pedro Castro, que a pesar de la similitud entre sus nombres, no habla precisamente como Pedro Crespo, su colega el alcalde de Zalamea, que se expresaba con versos calderonianos. Nada que ver, pues el tal Castro se preguntaba: "¿Por qué todavía hay tanto tonto de los cojones que vota a la derecha?". Lo cierto es que la frase iba bien. Con un pequeño recorte, casi yo mismo habría estado de acuerdo con ella: ¿Por qué hay tanto tonto de los cojones –como yo mismo– que todavía votamos?

No sé si don Pedro y doña Esperanza visitan mi blog. Igual no, pero por si acaso les recomendaría contemplar esta escena, de mis favoritas del teatro de todos los tiempos, junto con la del jardín de la misma obra:



Y no se debe dejar de leer nunca a Quevedo:

Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,

perro de los ingenios de Castilla,

docto en pullas, cual mozo de camino;


apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;

chocarrero de Córdoba y Sevilla,

y en la Corte bufón a lo divino.


¿Por qué censuras tú la lengua griega

siendo sólo rabí de la judía,

cosa que tu nariz aun no lo niega?


No escribas versos más, por vida mía;

aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.


jueves, 27 de noviembre de 2008

De 'El Equipo-A' a la videocrítica de 'Outlander'

Recibí la semana pasada varios comentarios que reivindicaban las típicas películas de James Bond, en las que siempre ocurre lo mismo. Al ser humano le fascina regresar al territorio conocido. Si vamos a un concierto de los Rollings queremos escuchar Satisfaction. Y en Navidad sería como si nos faltara algo si la abuela no nos recuerda que van a ser las últimas que va a estar con nosotros.

Por eso no se exprimen mucho el cerebro los guionistas de algunas series. ¿Para qué esforzarse por inventar cosas nuevas si el público pide lo mismo una y otra vez? Aspective publicó en su divertido blog una impagable entrada que cuenta como es un episodio architípico de House. Recomendadísimo para los apasionados de la serie como yo, que me reí a carcajadas.

Repetitivos eran, por ejemplo, aquellos entrañables episodios del Equipo-A, serie patrocinada por la Asociación Nacional del Rifle, para reivindicar el derecho de los ciudadanos a formar un comando paramilitar y tomarse la justicia por su mano. 300 episodios y todos igualitos.

1. La perorata inicial: "En 1972, cuatro de los mejores hombres del ejército americano que formaban un comando, fueron encarcelados por un delito que no habían cometido. No tardaron en fugarse de la prisión en la que se encontraban recluidos. Hoy, buscados todavía por el gobierno, sobreviven como soldados de fortuna. Si tiene usted algún problema y se los encuentra, quizás pueda contratarlos... El Equipo A." Tan-ta-taaaaaaaaaan...

2. Un granjero superpaleto de Wisconsin sufre un asalto de un grupo de mafiosetes que le piden un porcentaje de los beneficios y amenazan con volver otro día. El granjero no puede pagarles, así que busca en las páginas amarillas al Equipo-A para contratar a los protagonistas. Curiosamente, cualquiera podía encontrarles en un santiamén menos el coronel ése de la policía militar que llevaba años buscándoles y nunca da con ellos.

3. Fénix siempre se enrollaba con la enfermera mona del hospital psiquiátrico, mientras sus compañeros liberaban a Murdock. M.A. siempre decía que no viajaría en avión, pero sin embargo, después de quejarse siempre se bebía un zumito que le pasaban sus compañeros. Era incomprensible por qué nunca escarmentaba. Jamás se dio cuenta de que le ponían drogas en la bebida para dormirle y llevarle en avión. Para mí era todavía más misterioso el hecho de que cuando se despertara no les partiera la cara.

4. Los mafiosos vuelven a las tierras del granjero para quemarlas pero se encuentran con los tipos del Equipo-A que les corren a gorrazos. Los mafiosos iban tambaleándose a contárselo a su jefe, que blasfemaba en arameo y prometía que se vengaría. Fénix mientras tanto se liaba con la atractiva hija del granjero.  


Ana Obregón con Hannibal.

5. El jefe de los mafiosos ha reclutado a los malos más malísimos de la zona, que le ayudan a capturar a los protagonistas. En lugar de colgarlos de un pino, para que no den la lata, les encierra en un cobertizo, lleno de vigas, tubos, un soldador, una sierra mecánica y un viejo tractor. Haníbal siempre decía 'Las cosas están tan mal que sólo pueden mejorar'. Entonces los chicos se ponen manos a la obra a hacer bricolaje, y con todo el material convierten el tractor en un tanque acorazado, con el que escapan y vencen a los malos.

6. El coche de los malos siempre daba una vuelta de campana o explotaba, pero antes los ocupantes del vehículo habían conseguido saltar para no morir. Y es que la norma sagrada es que en El Equipo-A (tan-tataaaaaaam...) no moría nadie a pesar de que había ráfagas a mansalva de ametralladoras, granadas y tanques e incluso napalm.

7. Al final, Hanibal siempre le decía al granjero que no quería cobrarle el 'trabajito', que lo hacían en el fondo por amor al arte. Y siempre pronunciaba la frase 'Me encanta que los planes salgan bien'.


Tampoco se han esforzado muchísimo los guionistas de la película que comento en la videocrítica de esta semana. Me he ido a rodarla a un lugar muy particular.

Videocrítica de 'Outlander':

martes, 25 de noviembre de 2008

Viggo me tiene fascinado

Donde digo 'Viggo' digo 'Diego' (Alatriste). O sea, que me refiero al actor que hizo de Diego Alatriste. Me encanta hablar de Viggo Mortensen por muchas razones. Tuve el honor de que me concediera una entrevista a raíz de su trabajo en Appaloosa, un western dirigido por el ilustre Ed Harris. Descubrí a Viggo como granjero amish en Único testigo y guardo un grato recuerdo de muchos papeles suyos (Extraño vínculo de sangre, Marea roja, Atrapado por su pasado, El señor de los anillos, Promesas del Este), lo que compensa sobradamente que haya salido también en algún que otro bodrio (La teniente O'Neil, La pistola de mi hermano, Alatriste). Pero lo que realmente me tiene fascinado es que sea un artista polifacético capaz de escribir poesía, pintar, publicar libros de fotografía artística y componer música de jazz. Si hasta tiene discos donde lee fragmentos de sus poesías y compuso un tema para la banda sonora de El señor de los anillos. Qué joyita de tío.

Semejante talento renacentista no es ni mucho menos un tipo altivo que te mire por encima del hombro. Le encanta pasear y recorrer ciudades pasando más o menos desapercibido, como hacía Aragorn cuando adoptaba la identidad de Trancos. Cuando preparaba Alatriste se le podía ver paseando por Madrid, y también cuentan que se le vio en alguna ocasión por León. Llevaba bigote, lo que le daba una imagen muy diferente a la que llevaba en la trilogía de Peter Jackson y al parecer era poca gente la que le conocía. Desde luego, no organizaban grandes alborotos centenares de fans enloquecidas, como si hubiera sido Brad Pitt o el dichoso Duque de Sin tetas no hay paraíso.

Me recibe en un céntrico hotel madrileño; me llama la atención el olor del mate que lleva en un termo. Aunque nació en Nueva York, pasó gran parte de su infancia en Argentina, por lo que parece más argentino que otra cosa. No sólo por el mate, también porque habla español con acento argentino y porque nos regaló a todos los periodistas un banderín del club de fútbol San Lorenzo de Almagro, del cual es ferviente seguidor. De hecho, aparece por el campo muchas veces para ver el partido.

Antes de someterle al interrogatorio de rigor me dijo que había llegado la tarde anterior a Madrid y antes de ir al hotel se había metido en el cine, a ver Sólo quiero caminar, de su amiguete Agustín Díaz Yanes, el de Alatriste. ¿Imagináis la cara de los espectadores que esperaban a que empezara la película y vieron entrar a Aragorn en la sala?

De hecho, quería contar una anecdotilla. Tengo varias, pero la que más gracia me hace ocurrió en pleno rodaje de Alatriste. Viggo se empeña en ir a los toros, porque era la temporada de San Isidro, en Las Ventas. Compra entradas para él, el director y parte del equipo, pero cuando llega al set le dicen que le habían comentado muchas veces que ese día tenían que rodar algo importante, y que no se podían escapar a la corrida.

Decide irse a la puerta de la plaza y regalar las entradas entre los aficionados que pasaban por allí. Me imagino la sorpresa de los viandantes cuando Aragorn se acercaba a ellos para invitarles a los toros. Alguno pensaría que si se lo contaba después a su mujer, ésta iba a creer que estaba demasiado borracho.

COMING SOON, UNA NUEVA Y ABSOLUTAMENTE PRESCINDIBLE VIDEOCRÍTICA. DESCUBRAN EL HORRIBLE TRUÑO QUE ME HA TOCADO COMENTAR ESTA SEMANA PORQUE SE HA EMPEÑADO MI JEFE Y CÓMO HE INTENTADO SALIR DEL PASO MÁS O MENOS AIROSO. Y DESCUBRAN TAMBIÉN EL PECULIAR LUGAR LLENO DE GENTE CURIOSA DONDE ME HE IDO A RODAR. SERÁ EL JUEVES, EN ESTE MISMO BLOG A LA MISMA HORA.

sábado, 22 de noviembre de 2008

007: Guionistas comodones

Ya lo dijo M (Judi Dench) dirigiéndose a Bond, James Bond (Pierce Brosnan): "Yo creo que es usted un fósil machista y misógino, una reliquia de la guerra fría".

Y tenía razón, aunque Daniel Craig ha cambiado un poquito el personaje de James Bond. ¡Que siempre eran iguales todas las películas! ¿No se daban cuenta los apasionados de la saga de que siempre les vendían el mismo perro con el mismo collar? ¡Que no escribían otro guión! ¡Usaban siempre el mismo!

1. La peli siempre empieza con James Bond montando un tiroteo y una persecución en algún punto lejano del planeta. Tras la presentación, con Bond disparando a la pantalla y la sangre que cae, siempre vienen los títulos de crédito con siluetas de mujeres despampanantes, que por lo visto eran la cumbre del erotismo en los años 60.

2. El jefe, que últimamente es jefa, le echa la bronca por haber matado a mucha gente. ¿Entonces por qué le dan licencia para matar? La jefa siempre dice que está bajo presión, que el ministro la va a destituir y tal, y que se modere 'un poquito'. A ver si esta vez podría matar un poco menos. "Por favor, mate a dos o tres personas como mucho, no sea burro". Aún así, se ve que le va la marcha a la jefa, porque le encarga una peligrosa misión. Es como meter a un elefante en una cristalería y pedirle por favor que no rompa nada.

3. Bond siempre se pasa a ver a Q, el de los inventos, que le entrega un coche dotado de los máximos adelantos. No sólo tiene airbag de serie, sino también un botón con el que vuela y se salta los atascos. Q siempre le pide por favor que lo trate con mucho cariño, porque le ha costado mucho construirlo. Pero Bond acaba destruyéndolo en una persecución.

4. Aparte de la chica Bond buena que suele ser un bellezón decorativo con poca personalidad, también suele haber una más interesante que forma parte del bando de los malos. En el primer encuentro con Bond se ponen a caldo y discuten, y en la siguiente escena están los dos en la cama montándoselo. La chica mala se enamora y al final muere para salvar a Bond y redimirse.

5. Bond siempre descubre que el malo tiene una base supersecreta tan grande que llamaría mucho la atención en el google earth.

6. Cuando va a investigar a esa base, a Bond le captura el malo, pero en vez de liquidarle para que deje de molestarle para siempre, le ata a una silla y le cuenta con detalle todos sus planes supersecretos para conquistar el mundo. Se enrolla tanto que a Bond le da tiempo a desatarse, escapar y pulsar un botón que paradójicamente destruye toda la base supersecreta. ¿Quién puso ese botón ahí? Probablemente el mismo que puso el botón del coche de Hamilton con el que se para todo.

La saga se estira como un chicle. Se estira tanto que es la franquicia con más entregas de la historia del cine. De hecho la que ahora se estrena es James Bond 22, pero si se titulara así, a ver quién es el guapo que entra a verla, por mucho que le guste la saga. Es que por muy buena que sea la película original, llega un momento en que tanta secuela cansa. ¿Quién se metería a ver Casablanca 22: Ilsa vuelve de la tumba?

Los títulos son siempre muy similares, estilo 'Sólo se muere mañana'. Al parecer esta vez los productores propusieron también un título así y el propio Daniel Craig les dio un toque y propuso lo de Quantum of Solace. Yo debo ser un poco idiota, porque no me he enterado de qué quiere decir el título. Ni siquiera después de ver la película. Imagino que quiere decir algo así como 'Un cuanto (una cantidad mínima o cuántica) de consuelo'. ¿Un poco de consuelo? Desconsolado estoy con ese tema.

Un saludo a todos de Lu, Juan Lu.

Resumen de los estrenos de la semana:

sábado, 15 de noviembre de 2008

La Cosa Nostra ésta del cine

La cosecha cinematográfica de este año no va a estar mal del todo al final. Cuando 2008 da sus últimos coletazos, están saliendo títulos que merecen la pena. Esta semana se estrena una oferta que no se puede rechazar, uno de mis films favoritos de los últimos meses, Gomorra, duro pero imprescindible documento sobre la Camorra napolitana. He aprendido a especificar que es sobre la Camorra gracias a mi amiguete Luchini, que lógicamente con ese apellido algo sabe del tema, aunque en realidad su profesíon no es eliminar problemas haciendo 'que parezca un accidente' sino que dirige un famoso suplemento de ocio de un periódico nacional.

Yo como soy un poco bruto, llevaba varias semanas comentando que había visto 'una película de mafiosos cojonuda'. Pero especifica Luchini algo que yo no tenía nada claro, que la Mafia es la de Sicilia (aunque también se llama Cosa Nostra), y que la de Nápoles se llama Camorra, y que luego encima existe otra cosa que se llama la Ndrangheta, que es la de Calabria, y que ésos son los más brutos de todos (¡cómo serán entonces!).

La Camorra ya ha anunciado que van a darle 'matarile' al autor de la novela en la que se basa Gomorra, un tal Roberto Saviano al que el banco no le dará una hipoteca a 35 años precisamente. Lo digo con gran pena, ya que parece un tipo muy valiente, pero es bastante conocido que si la Camorra, la Mafia o la Ndrangheta dice que se va a cargar a alguien, se lo cargan. Si le dieron pasaporte al juez Falcone al final, eso significa que si tienen que matar a 300 guardaespaldas para quitarse al tipo de en medio, pues matarán a esos 300 o volarán el pueblo entero o lo que haga falta. Anda que esos tipos se andan con chistecitos.

Pero es que ésta semana se estrenaba también la francesa Las horas del verano, y una peli visualmente vistosa que se llama El sueño de Alexandria. Últimamente, por gustarme, me ha gustado hasta una película española. Ya que doy tantos palos al cine patrio en este blog, justo es reconocer que este año se ha hecho una peli de lo más ameno que se titula Amateurs, de Chema de la Peña. Se trata de un drama minimalista vallecano con actores no profesionales sobre la relación entre una chica que busca a su padre y un anciano capataz, que hasta se anima a apuntarse a la San Silvestre con ella. No me la voy a comprar en DVD cuando salga, pero es bastante estimable y por mí se debería llevar todos los premios de este año infame de cine patrio.

Hasta el título me gusta, porque Amateurs es una especie de juego de palabras, que viene a decir que en eso del amor somos aficionados. Se estrena el próximo viernes, 21, junto con El Greco, coproducción entre España y Grecia, a cuyo director debería prohibírsele bajo mandato judicial volver a acercarse a menos de cien metros de un estudio de cine. Es griego, no español, pero los griegos deberían dedicarse a hacer yogures, o acrópolis, pero no a reinar, hacer declaraciones sobre los matrimonios gays, o hacer cine, porque en eso son tan malos como nosotros. Efectivamente, como habréis supuesto, incluyo también a Angelopoulos que a mí me parece un poco tostón.

Como este viernes 14 se estrenaron tantas pelis buenas, hemos hecho un vídeo resumen que se llama La semana en 1 minuto, aunque hemos fracasado un poco, porque dura 2 minutos y pico. Qué caos. Se puede ver aquí:

lunes, 10 de noviembre de 2008

Encuentro en el metro

Salí del vagón de metro más cerca del sueño que del estado de vigilia, pues aunque mi padre siempre me decía que al final me acostumbraría a madrugar, la realidad es que cada día me desacostumbro más. Atisbé con el rabillo del ojo la mirada de una ex novia traumática, bueno no, más bien la Ex Novia Traumática con mayúsculas, que se cruzaba conmigo, y hacía un gesto de alegría como si hiciera mucho tiempo que no le amargaba la vida a nadie, lo que explicaría que le hiciera tanta ilusión verme, porque sino no hay otra interpretación posible. Saludé con la mano muy educadamente, aunque la verdad es que al mismo tiempo aceleré el paso para huir, lo que acabó definitivamente con cualquier apariencia de 'educación'. Quedé como un grosero.

Desde entonces decidí cambiar de estación de metro, no fuera que me la volviera a encontrar. Caminaba un buen trecho hasta otra parada. Y al día siguiente al ir a abrir la puerta del vestíbulo de la nueva estación, apareció ella otra vez. De frente. Sin posibilidad de escape. Por cierto, qué buena película era Posibilidad de escape, de Schrader, pero a diferencia del protagonista, Willem Dafoe, yo no tenía opción ninguna de escapar.

-Eres una pesadilla -le dije asustado. Es que me acordaba de esos dibujos animados en los que el Pato Lucas sale huyendo del cazador malvado que le acosa por la izquierda de la pantalla. Corre hacia la derecha y resulta que el cazador también le está esperando allí.

-No, tú eres la pesadilla -disparó, y yo perdí las plumas y el pico, como el Pato Lucas. Existe la probabilidad de que lea ésto, claro, porque se puede encontrar en el google (esto es una historia real, aunque no lo parezca). Quizás no me había llegado a despertar y tuve un mal sueño. Pero creo que ocurrió y que ella lo leerá. Aunque no cuento nada que ella no se haya imaginado ya. Más que pesadilla es pesadísima, además, no quiero ni imaginar qué tipo de ritual satánico debió llevar a cabo para darme esa 'sorpresita'. Es que me la imagino danzando desnuda y echando sapos y culebras en un puchero que luego se pondría a remover con un cucharón gigante, mientras sonreía pensando la cara que pondría con su aparición súbita. Sí, sí, tú huye de mí en el metro, que vas a alucinar...

-¿Y a dónde vas tú a estas horas? -pregunté para disimular que intercambiábamos un par de frases de cortesía y nos despedíamos.
-Yo vivo en el centro -dijo, pero es que le gusta recordar que 'vive en el centro', que para ella es ostentación de lo lejos que ha llegado en la vida. Venga a cuento o no, ella te recuerda que vive en el centro, como si viviera en La Moraleja- y ahora vengo de mi casa en el centro, porque yo vivo en el centro y voy al cine.

Estuvimos hablando de cine, pero no se me ocurrió otra cosa que comentarle que había visto la película de Van Damme, que comenté en el vídeo de la entrada anterior. Curiosamente, JVCD no es igual que el resto de bodrios protagonizados por él, sino que es un experimento muy marciano, un poco divertido, que me sorprendió gratamente. Pero ella hizo un gesto de desprecio absoluto, y se asustó, y me miró como si yo fuera una especie de majadero. No le falta razón, porque ¿a qué clase de lunático podría gustarle una película de Jean-Claude Van Damme? Y se fue, porque como ya había obtenido una victoria moral y yo estaba lo suficientemente humillado, dejé de interesarle por esa vez.

Me he cubierto de gloria recomendando la película de Van Damme. Los cuatro 'friquis' que no piensan que he perdido la poca credibilidad que tenía como crítico, y a los que he despertado la curiosidad porque les gustan ese tipo de bizarradas, resulta que han intentado ir a verla y no la ponen en ningún cine. La han estrenado concretamente en Madrid en dos cines de la periferia. Me lo dijo uno que vio la videocrítica y lo comprobé. Me imagino al del cine poniéndole la misma cara de asco que me puso a mí la Innombrable al distribuidor que intentaba que proyectara la última de Jean-Claude Van Damme. Le mandó a la porra. Y con razón.

Y me fui a casa a consolarme escuchando a los Vetusta Morla, porque me he enganchado a ellos por culpa de mi hermano Javier. Cabrón, vas a pagarme la entrada del concierto. Yo me resistía, porque como están tan de moda no podían tener ningún tipo de calidad. Iba a escucharlos para poder decir que eran muy malos. Pero es que resulta que son jodidamente buenos. Que yo diga eso de un grupo español debe tener su mérito, porque nunca había pasado. Y sí, bueno, he sido el último en engancharme, pero no podía resistirme a hablar de ellos porque cuanto más escucho el disco, más me asombran. No suenan decimonónicos, suenan originales. No parecen españoles (es que tengo con el rock español un problema parecido al que tengo con el cine español). ¿De dónde habrán salido? Es cosa de brujería también, un Expediente X. Pongo el vídeo famoso porque aunque ya lo hayáis visto cien veces, es que es absolutamente genial. El que dirigió el vídeo es un monstruo. Igual alguien no sabe que se rodó sin posibilidad de repetir el plano secuencia. Tiene mucho mérito.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Videocrítica de JCVD (Van Damme llora)


Comentaba en mi entrada anterior el llanto del reverendo Jesse Jackson, y las lágrimas que producen los dramones de Isabel Coixet. Ahora quería hablar de algo tan sorprendente como impactante, resulta que también llora el mismísimo Jean-Claude Van Damme, el inexpresivo karateca de los subproductos de acción que triunfaban en aquellos videoclubs de barrio de los 90, convertidos ahora prácticamente en un recuerdo del pasado. Recuerdo mi consternación cuando la dueña del videoclub me explicó que las películas que me gustaban a mí apenas las veía nadie, y que las de Van Damme se alquilaban todos los días. Decidí nada menos que hacerme crítico de cine para ayudar a la gente a apreciar las buenas películas. ¡Qué bonitos los ideales de la adolescencia!

Luego desestimé tan estúpida idea. En realidad, quería hacerme ingeniero y ganar un buen sueldo, pero por circunstancias de la vida y de la selectividad he devenido en videocrítico de cine. Y ahora que soy videocrítico de cine, resulta que os voy a recomendar con absoluta sinceridad una película protagonizada por Van Damme, que se titula JVCD, o sea las iniciales de Jean-Claude Van Damme.


¿He recibido un porrazo en la cara como los de las películas de Van Damme y me he vuelto loco? ¿He tenido problemas con las drogas como él? No, es que es una película francobelga que no se parece en nada a las típicas de este inexpresivo armario ropero. Se trata de una fresca propuesta del desconocido director francés Mabrouk El Mechri, en la que Van Damme se interpreta a sí mismo, metido en muchos problemas, pues ha dejado las drogas, pero sólo le ofrecen proyectos de bajísima calidad y está a punto de perder la custodia de su hija porque el juez piensa que las películas que hace son demasiado violentas. Os doy más detalles sin reventarla en la videocrítica.

Me cuesta hacer más videocríticas, ya que cuando me pongo a hacer el guión me doy cuenta de que son ya bastante plomazo. Me han ayudado mucho unas palabras que recoge Eric Lax, autor del libro de moda 'Conversaciones con Woody Allen'. El ingenioso cineasta de Broadway –tan prolífico que escribe y dirige un largometraje al año, y mantiene un nivel medio altísimo– es según las palabras del escritor "una persona muy trabajadora, con una gran disciplina, capaz de sentarse en una habitación a escribir en las peores circunstancias". Lo que le dijo sobre esto Woody Allen a Lax es que cuando escribe el guión de una película piensa que "si a la gente no le gusta, ya les gustará la siguiente".

Videocrítica de JCVD:



miércoles, 5 de noviembre de 2008

Artículo lacrimógeno


Me ha impresionado en este día histórico la imagen de las lágrimas de Jesse Jackson –tras conocer la victoria de Obama en las elecciones estadounidenses–. No voy a cambiar el título de este blog, que seguirá siendo Artículos de coña, pero me gustaría hablar de lágrimas, por una vez. 

Os quiero hablar de una de mis cineastas favoritas, que no es especialista precisamente en comedia. Es más, no recuerdo ni siquiera momentos 'un poco divertidos' en los dramones que dirige. Se trata de Isabel Coixet, de quien todos esperamos que algún día se adentre en los terrenos de la comedia, como Greta Garbo, cuando hizo Ninotchka, que promocionaban con la frase 'La Garbo ríe'. Así que ya tendríamos eslogan para la comedia de esta directora: 'La Coixet ríe".

El caso es que en persona es divertida. No parece que tenga ese mundo interior tan dramático.

Coixet logró captar como nadie el momento en el que una persona se derrumba y ya no puede más y se echa a llorar. Fue en Cosas que nunca te dije, que para mí sigue siendo su mejor trabajo. Imposible que el espectador no se sienta muy identificado, porque Ann (Lili Taylor) ha sido abandonada por su novio, no tiene ganas de vivir, intenta suicidarse y como no lo consigue sigue viviendo, como por inercia, porque debe seguir avanzando, pero muy desanimada. Entonces llega a la tienda y descubre que se ha acabado el helado que le gusta y se echa a llorar. Y claro, la cosa resulta chocante, pues, ¿cómo es posible que alguien llore por algo tan nimio? Pero es que hay mucho trasfondo detrás.

Me quedo también con el personaje de Sarah Polley en Mi vida sin mí, una mujer casada con dos niños a la que le diagnostican un cáncer. Sólo le quedan dos meses de vida. Y aunque no le dice nada a los suyos, elabora una lista con lo que le queda por hacer, antes de morir:

1. Decir a mis hijas que las quiero varias veces al día.
2. Encontrar otra esposa para mi marido que les guste a las niñas.
3. Grabar mensajes de cumpleaños para las niñas hasta que cumplan los dieciocho.
4. Ir juntos a Whaleybay Beach y organizar un gran picnic.
5. Fumar y beber tanto como quiera.
6. Decir lo que pienso.
7. Hacer el amor con otros hombres para ver cómo es.
8. Lograr que alguien se enamore de mí.
9. Ir a ver a papá a la cárcel.
10.Ponerme uñas postizas y hacer algo con mi pelo.

El punto dos es conmovedor. Los otros no están mal, pero eso de buscarle otra madre a sus niñas, me dejó anonadado.

Creo que un buen cineasta es aquel que logra transmitir emociones. Tan complicado es provocar lágrimas, como provocar risas o terror (hablo de buenas películas que den miedo, que hay pocas). Quizás es una de las razones por las que me gusta pasar el tiempo encerrado en una sala oscura, pues para mí el DVD nunca será lo mismo. Como el cine no hay nada, aunque es una costumbre que se está perdiendo. La propia Coixet habló de la pérdida progresiva de espectadores en un libro que leí sobre ella, y he buscado la cita:

"Creo que la causa de la crisis del cine fundamentalmente es la pereza, que tiene que ver con la inmediatez, que ahora es un valor. Nosotros valorábamos el proceso de ir al cine, que es un acto en el que hay que salir, escoger, entrar. Ahora ha sido sustituido por cosas que producen satisfacción más inmediata: los videojuegos, los putos mensajitos, internet, el fútbol".


martes, 4 de noviembre de 2008

Pesadilla dos meses antes de Navidad


Han pasado ya quince años desde que nos quedamos boquiabiertos con Pesadilla antes de Navidad, la imaginativa cinta animada producida por Tim Burton. La trama no era tan irreal y disparatada como pensábamos, pues al parecer la realidad siempre supera la ficción. El sábado fui al supermercado y ya estaban puestas las luces navideñas. Qué gran depresión. ¡Pero si faltan dos meses! ¡La noche anterior había sido Halloween! En la película, el rey de la ciudad de Halloween ordena raptar a quien él llama Sandy Claws, para ponerse en su lugar. Pero en la vida real ha sido al contrario, Santa Claus le ha quitado el puesto a Halloween.

Al parecer, como estamos en crisis se notaba mucho el descenso de ventas, y los genios del marketing han dado con la solución. Si ponen luces navideñas y villancicos, los compradores nos volvemos imbéciles y entonces despilfarramos y no dudamos en llenar nuestros carritos de esa carne que cuesta ahora mismo el doble que hace tan solo unos meses. Propongo que haya dos o tres navidades a lo largo del año, y así reinará el 'buen rollito' para todos. O que la Navidad sea todos los días, como si viviéramos en una película de Frank Capra. Así habrá cenas familiares y regalos para todos, seremos felices y gastaremos burradas en las grandes superficies.

P.D.: Por cierto, tal como me esperaba, el concierto de Morricone se ha suspendido, por tercera vez. Lógico, si tenemos en cuenta que los responsables del sitio donde en teoría se iba a celebrar (el Palacio de Vistalegre) no tenían previsto que fuera así. El Orfeón Donostiarra recibió un fax de la promotora que atribuía la cancelación a "motivos técnicos". El concierto nunca se celebrará, eso está claro, ya que el promotor, Alberto Aseguinolaza Alcain, parece un tipo bastante tramposo. También creo que los afectados lo tienen difícil para conseguir que les devuelvan el dinero. Menos mal que yo abandoné el barco cual rata antes de que se hundiera.

P.D.2: Y por último, yo confieso que me he enganchado a una serie para adolescentes simplona y aburda, 90210, la nueva versión de Sensación de vivir que comenté en el blog. Virtudes no tiene muchas pero entre la tontería de escribir sobre ella y de ver a Brenda y Kelly que salían como invitadas en los primeros episodios resulta que me he hecho adicto y he visto todos los episodios. Siento vergüenza ajena pero no puedo dejar de mirar. Y lo malo es que ha tenido tanto éxito que anuncian repetir la misma jugada con Melrose Place. Si sale Amanda (Heather Locklear), la legendaria malvada de la serie, tampoco pienso perdérmela.


viernes, 31 de octubre de 2008

La reina habla


Recuerdo que jamás había escuchado hablar a la reina de España hasta los 20 años. Me sorprendió muchísimo que tuviera tanto acento extranjero, porque nunca me lo había imaginado, a pesar de que siempre había sabido que era griega, y que su pueblo era más inteligente que nosotros y nos la habían mandado para acá, a ella y a toda su familia para que les mantengamos. Siempre la tildaban de discreta, porque realmente no hacía muchas declaraciones, pero ahora empiezo a creer que la tenían prohibido hablar, porque cuando finalmente ha dicho cosas, ha subido el pan. Parafraseando al genial Groucho, podríamos decir que 'más vale estar callada y parecer retrógrada que abrir la boca y despejar las dudas'.

La reina ha resultado ser creacionista, tal y como se deduce de sus declaraciones: "En los colegios se ha de enseñar religión, al menos hasta cierta edad. Los niños necesitan una explicación del origen del mundo y de la vida". Se ha mostrado contraria a la eutanasia y al aborto, pero curiosamente no ha condenado también el divorcio. ¿Será porque su hijo se ha casado con una divorciada? Sus opiniones van muy en consonancia con la Iglesia Católica. Y eso que ella no era católica. Se convirtió al catolicismo para poder casarse con el rey Juan Carlos.

No entiendo muy bien por qué se ha armado tanto revuelo. ¿Y qué esperaban? Quizás creían que una representante de una institución que en la Edad Media ya estaba desfasada (la monarquía) se declarara a favor del matrimonio gay, y confesara que es lesbiana, y de izquierdas de toda la vida. Republicana no se iba a declarar, eso está claro, porque eso sería tirar piedras contra su propio tejado. Como si El Litri se declarara antitaurino.

Adoro a la autora de 'La reina muy de cerca', el libro que recoge estas opiniones de Doña Sofía. Pilar Urbano es una numeraria del opus dei de lo más astuto, que ya nos dio una alegría cuando en su libro 'Yo entré en el CESID' nos contó que los Servicios Secretos habían robado el vídeo de Bárbara Rey, que contenía imágenes comprometidas de uno de sus amantes, que resultó ser, según el libro, el rey Don Juan Carlos. Me parece que la sustituyeron por un vídeo de Disney, de Blancanieves y los siete enanitos o algo así. Al menos a Bárbara Rey no se la puede reprochar que no se buscara amantes acorde con su apellido.

Me parece una jugada poco afortunada que la Casa Real diga ahora que las declaraciones de la Reina recogidas por Urbano son 'inexactas' y se han sacado de contexto. No hizo grabaciones, sino que tomaba notas, pero puede demostrar que la Casa Real dio el visto bueno al libro antes de que se publicara. Yo no permitiría que se me calumniara y que se pusiera en duda mi credibilidad. Al fin y al cabo es lo único que tenemos los periodistas. Yo denunciaría a la Casa Real. A ver si se creen que sólo ellos pueden acudir a los tribunales por asuntos de calumnias gratuitas.

Es curioso el debate social que se ha generado en torno a que la reina no debería realizar estas declaraciones. ¿Qué pasa que puede reinar alguien que opine así siempre y cuando no nos ilustre con sus apreciaciones? Es un mal ejemplo, que no tiene mucho que ver, pero ¿podría gobernar Hitler en Alemania siempre y cuando el hombre se guardara sus particulares opiniones sobre los judíos para su familia a la hora de la cena?

Reina, lo que se dice reina, reina la insensatez.

Este martes coincidiré con Su Majestad en un estreno de cine. La reina Sofía ha decidido apoyar con su presencia la película El Greco, biografía de su ilustre compatriota, el gran maestro de la pintura. La Casa Real ha pedido, como es habitual, el nombre y DNI de todos los que asistimos. Supongo que me investigarán y como se les ocurra mirar en google si tengo un blog, dudo que aprueben mi entrada. O igual este blog desaparece misteriosamente sin dejar rastro. En cualquier caso, ruego tengan en cuenta que éste ha sido un 'artículo de coña' más, totalmente alocado, sin ninguna conexión lógica con la realidad.

jueves, 30 de octubre de 2008

El timo de Morricone (II)


Mi amiguete Luis Miguel Carmona es uno de los grandes expertos en música de cine de España –y de cine porno también, pero no viene al caso–. Escribe en varias revistas, entre ellas las mías, y para que os hagáis una idea de su nivel, se ha llegado a poner la película de 2001, una odisea del espacio, con el CD de la música que compuso Alex North, antes de que a Kubrick le diera por experimentar con valses de Strauss y comprobara que le gustaba mucho más el resultado.

Carmona me comenta más datos del timo de Morricone que os conté ayer en el blog. El organizador del evento es la empresa Sinéctica Comunicación y Eventos, S.L., cuyo máximo responsable es un tal Alberto Aseguinolaza. Este personaje no parece muy de fiar, ya que canceló el 3 de octubre un concierto de El canto del Loco en Úbeda, alegando 'una escasísima venta de entradas' y se ha quedado con 14.000 euros que debía haberles devuelto a los pobres desgraciados que compraron entradas. Sí, ya sé que sus gustos musicales son más que dudosos, pero no se merecen ser estafados de esta manera.

El tal Alberto Aseguinolaza tiene una diligencia de embargo de bienes inmuebles por no pagar la Seguridad Social. Al parecer está bastante claro que el concierto se suspendió la otra vez porque Morricone no había recibido el dinero que le correspondía. Un afectado que se hace llamar Froduco, ha abierto un foro para reunir a todos los timados, y al leer las opiniones de la gente me he dado cuenta de que hay quien ha pagado la friolera de 120 euros que costaban las entradas más caras, y también quien compró entradas para toda su familia. Y no parece que les vayan a devolver el dinero. Tendría que revisar la ley, pero también me parece bastante insólito el hecho de que los vendedores de entradas Ticktackticket se desvinculen del asunto. Si yo voy a Carrefour y compro yogures que resulten estar vacíos, me devuelven ellos el dinero y ya se entienden con Danone, no tengo que ir a protestar a la fábrica...

Yo espero que Morricone celebre finalmente el concierto el día 7, aunque lo dudo. También que en caso contrario les devuelvan las entradas a los pobres afectados. Si esto queda impune, los reuniré a todos y vamos a organizar un concierto de Madonna.

miércoles, 29 de octubre de 2008

El timo de Morricone

Si usted, ilustre visitante de este blog, quiere saber si es buen amante del cine o no, le propongo una prueba. Póngase este vídeo. Si se emociona profundamente cuando lo vea, y apenas puede reprimir soltar una lagrimita, es usted irremediablemente un cinéfilo y además un poco 'moñas':



El autor de la irrepetible música que acompaña a la escena es nada menos que Ennio Morricone, aunque el fragmento más conocido de la partitura de la película es éste que se puede escuchar aquí:



Episodio 1.

Quizás comprendáis mi gran alegría cuando me enteré de que un compositor tan 'morriconetudo' iba a venir a Madrid, por fin –no había venido a mi ciudad al menos que yo recuerde– para dar un concierto junto con la Sinfónica de Roma y el Orfeón Donostiarra. El evento se organizaba para inaugurar la Expo de Zaragoza, que ya hace tiempo que terminó (iban a dar un concierto allí y otro en Madrid). Cuando consulté la lista de precios, resulta que una entrada buena costaba la friolera de 120 euros. Da para comprarse muchos discos de Morricone. Lo peor es que el asunto tiene pinta de estar organizado para pedir una subvención a los organizadores de la Expo. O sea, que seguro que han recibido dinero del ayuntamiento de Zaragoza y han ganado un fortunón. Tiene 'morricones' la cosa.

Los de la promotora que han puesto esos precios deben ser una panda de auténticos MISERABLES a los que esta Navidad se les aparecerán los espíritus dickensianos. Como Gallardón cuando se ha puesto a subir el IBI, vamos. Me imagino a sus hijos pidiendo un poco más de comida, ya que debe ser escasa en el domicilio de estos tipos tan huraños, y a ellos mirándoles enfadados, como a Oliver Twist, que también pedía algo que llevarse a la boca, el pobre.

Curiosamente, Morricone ha venido a actuar a muchísimas ciudades de España, donde las entradas costaban como mucho 30 euros. Es decir, los 120 euros que me pedían a mí daban para la entrada, el billete de avión a Santander, pasar un día allí, comer puding de cabracho y encima me hubiera sobrado dinero. Al final compré unas entradas del gallinero que aún así costaban 60 euros. Una burrada, por ir al lugar más recóndito del Palacio de Congresos, pero al menos se oiría bien.

Episodio 2.

Cuando se inauguró la Expo, había una huelga de transportes que quizás recordaréis. La promotora anunció que retrasaba el concierto, por imposibilidad de trasladar el material. Dieron unos días de margen para devolver el dinero, pero esto fue después de que durante unos días aplicaran un descuento a las entradas, ya que no debían haber vendido muchas. Es decir, procuraron que no se pudiera devolver la entrada y comprar otra con descuento.

Episodio 3.

Poco antes del fin de semana en que se supone que se va a celebrar el concierto lo vuelven a suspender. Ellos dicen que lo han retrasado. Pero esta vez no dan ninguna razón. Durante un par de semanas, no se sabe nada. No te devuelven el dinero de las entradas, ni se conoce una nueva fecha. Al fin nos llega una curiosa comunicación. El concierto se traslada a la plaza de toros de Vistalegre, un sitio que tiene una acústica nefasta para escuchar música en vivo. Yo fui allí a ver a los Linkin Park y sonaban como si hubiera metido la cabeza dentro de un tambor y alguien lo aporreara.

Decido devolver las entradas.

Además, me empiezo a oler que el concierto nunca se celebrará. Todo esto es muy extraño. Está claro que aunque no toquen, tienen que pagar a Morricone, a la Sinfónica y al Orfeón, los días en los que han suspendido, porque los músicos han reservado esas fechas. Prefiero abandonar el barco, como las ratas, y que me devuelvan el dinero.

Pero no es tan fácil. Resulta que voy a la FNAC y la cajera me dice que tiene que llamar a Ticktackticket para que le autoricen a devolverme el importe de la entrada. Es sábado, en la FNAC de Callao vende las entradas una única señorita, y sólo existe un teléfono de Ticktackticket para toda España. La gente se amontona en la cola y me miran con cara de que pretenden asesinarme brutalmente. A la chica no le cogen el teléfono en veinte minutos, pero pone cara de póker. Al fin y al cabo, todos los días vienen uno o dos como yo a devolver entradas de Morricone, y pasa lo mismo. Ya está acostumbrada. De hecho, los cuatro apasionados de la música de cine que conozco también han devuelto la suya.

Me dice la cajera que ella no tiene la culpa y la FNAC tampoco y Ticktackticket tampoco. Yo la corrijo. Claro que sí tienen la culpa. Empieza a hartarme que nadie asuma sus responsabilidades. Yo he devuelto entradas y otros artículos y nunca ha sido necesaria una llamada telefónica. Ticktackticket y FNAC deberían haberse negado a seguir ese procedimiento claramente irregular y a pedirle explicaciones al promotor. Y la cajera tampoco se tenía que haber prestado a semejante show, pues no era difícil predecir que iba a producir un atasco brutal frente a la taquilla.

No le cogieron el teléfono jamás a la pobre chica. Me iba a decir aquello de 'vuelva usted mañana', como en los tiempos de Larra, pero al final había sido tan astuta de mandar un mail a la que cogía el teléfono, mientras intentaba que se lo cogiera. Y le contestó al mail, mientras usaba el teléfono para hablar con otros vendedores, autorizándola a devolverme mi dinero.

Episodio 4.

El concierto se supone que tenía que celebrarse el próximo 7 de noviembre. Según una fuente del Orfeón –una chica que canta con ellos– han pedido voluntarios entre los miembros de la agrupación, a quienes les iban a pagar bien ese concierto. Pero en la web del Palacio de Vistalegre se afirma lo siguiente, si pinchas en el concierto de Morricone:


Por razones ajenas a Palacio Vistalegre, el concierto de E. Morricone previsto para el día 7 de noviembre no va a celebrarse en nuestra instalación. Una vez iniciada la venta de localidades con nuestro total desconocimiento y autorización, Palacio Vistalegre declina toda responsabilidad por dicha cancelación, reservándose el derecho de emprender las acciones legales oportunas contra el promotor del citado concierto.

O sea, están vendiendo entradas para un concierto que se celebra en un lugar cuyos propietarios desconocían por completo el asunto. No hace falta ser Sherlock Holmes para llegar a sospechar que igual todo esto es un timo para coger el dinero de la subvención y desaparecer. Estos tíos tienen un 'morricone' que se lo pisan.

Lo siento porque Morricone está ya muy viejito y es difícil que vuelva. Y porque el pobre ignora por completo que alguien esté organizando este alboroto en su nombre. ¡Y qué bien compone el 'morriconazo'!

jueves, 23 de octubre de 2008

Videocrítica de 'High School Musical 3'


Creo que no nos ha quedado mal del todo esta videocrítica de la película High School Musical 3. ¿Por qué nos ha dado por hacerla esta semana de un musical para adolescentes? Pensamos que daría mucho más juego para el vídeo. Además, las alternativas de estrenos de esta semana tampoco eran para tirar cohetes. Me dijeron que podía comentar Transsiberian, pero aunque se puede ver, es un poco insulsa, y la vi hace muchísimo tiempo, un año o así, porque han tardado mucho en estrenarla. Como no deja mucho poso, casi ni la recuerdo.

El gurú del buen rollo y Los años desnudos son grandes truños. Aunque me han dicho que está bien la argentina, El nido vacío, no la he visto, ni era especialmente ideal para hacer una videocrítica. Así que nos decantamos por ésta, que supone el debut en la pantalla del ordenador de mi compi y buena amiga Estrella Martínez, que va a ser una auténtica estrella de internet. También es otra estrella el realizador, Emiliano Cano, al que no elogiaremos demasiado por si lee esto y se le sube a la cabeza, pero... ¡atención al tramo final!