Para huir del fútbol adormecedor al que he cogido mucha manía desde que sirve de pantalla para reformas laborales y subidas de IVA, decidí ir al teatro, que normalmente me produce el efecto contrario, me despierta y me hace pensar. Y di en el clavo, acabé viendo una obra que tira con bala contra la clase política.
No es habitual que haya buen teatro en verano en la capital del reino. Se ha acabado ya la temporada, y también el Festival de Otoño, que este año se ha celebrado en primavera, como el Rock in Rio, que no es en Rio -a ver si celebran en Madrid un año de éstos el festival de Cannes-. Pero este año, queda alguna cosilla -el "Sé infiel y no mires con quién" es hilarante, rápido y divertido-. En el Teatro Español han tenido el gran acierto de rescatar "El arte de la comedia", un montaje que colgaba el cartel de 'No hay localidades' en el Teatro de la Abadía.
Es curioso, porque recuerdo que cuando yo iba más al teatro, en los 90, había dos grandes extremos en Madrid. En el Teatro Español, controlado por el Ayuntamiento, Juan Carlos Naya, el peor actor del mundo, destrozaba clásicos, con montajes de cartón piedra al más puro estilo de los años 60. Me pasé años y años sin visitar esa sala. Muy lejos de allí, en Moncloa, José Luis Gómez hacía los mejores montajes de Madrid, como El señor puntilla y su criado Matti, de Bertold Bretch, que nunca olvidaré, con Pedro Casablanc.
Ahora, se han hermanado ambos teatros, cuando ha pasado de La Abadía al Teatro Español este montaje, "El arte de la comedia", con el citado Casablanc también de protagonista, y escrita por Eduardo De Filippo, actor y autor teatral, que escribió Filumena Marturano, la obra en la que se basó Matrimonio a la italiana, que también tenía muy mal café, con Sophia Loren, y Marcello Mastroianni.
"El arte de la comedia" es un ejercicio de metateatro, que reflexiona sobre la utilidad de los montajes escénicos, y en el que el autor tira a dar incluso hacia sí mismo. El reparto realiza un trabajo de altura, sobre todo Casablanc, aunque a los secundarios se les aplaudía con pasión en el mutis, cuando salían del escenario. Y al final el público se puso en pie, y eso que el recinto estaba a media entrada, pues sólo estábamos unos pocos locos que huíamos del balompié.
Me encantó el cura que interpreta Joaquín Hinojosa, que comprende a aquellos de sus feligreses que se quieren divorciar (la obra está escrita en pleno debate pro ley del divorcio en Italia):
"Los casados se sienten cada vez más como si estuvieran encadenados. Y yo cada vez que tengo que casar a alguien, me siento como si fuera un cerrajero", explica el personaje de Hinojosa.
La obra estará todo julio en Madrid.
domingo, 4 de julio de 2010
"El arte de la comedia": buen teatro en verano en Madrid
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1 comentario:
Juan Luis! Al mencionarme Harry Potter se me ocurrió escribir sobre lo que cabe esperar...¿debatimos?jajajajajaja
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