Mi asesor legal me aconseja que meta ciertos textos de mis críticas de cine aquí firmados. Por lo visto da igual que firme mis textos o no, pues la Ley de Propiedad Intelectual está muy bien elaborada. Uno es legalmente el autor de sus propios textos y el que posee los derechos contra viento y marea, estén firmados o no. Como debe ser. Pero me comenta este abogado que los publique igualmente y así lo hago. Además, podrían interesarle a algún lector del blog.
Comienzo con mi comentario de Gran Torino, el último estreno de Clint Eastwood:
Gran Torino ****
Walt Kowalski es un anciano gruñón, jubilado tras 50 años de trabajo en una fábrica automovilística, que acaba de quedarse viudo. Incapaz de comunicarse con sus inmaduros hijos –que pretenden llevarle a una residencia– o con su nieta –vestida con ropa poco recatada–, se siente incómodo en su barrio globalizado, lleno de pandillas conflictivas de orientales, latinos y afroamericanos. También tiene todo tipo de prejuicios hacia sus vecinos de al lado. Éstos pertenecen a la etnia ‘hmong’, del sudeste asiático, que él identifica con los orientales con los que combatió en Corea.
Kowalski vive anclado en un pasado simbolizado en su emblemático coche, un Ford Gran Torino de 1972, que mantiene tan reluciente como el primer día. Una noche impide que lo robe uno de sus vecinos ‘hmong’, el tímido adolescente Thao, que ha sido presionado por su primo pandillero. Poco después, este primo y sus amiguetes la tomarán con Thao, pero Kowalski les echa del lugar con un rifle. Poco a poco, el viejo cascarrabias acaba haciéndose muy amigo de sus vecinos, especialmente del chico, al que tendrá que ofrecerle mucha ayuda.
Después de encadenar tres películas en las que no participaba como actor –Banderas de nuestros padres, Cartas desde Iwo Jima y El intercambio–, Clint Eastwood ha dado con un guión que le va al pelo, pues su personaje es un tipo que por su forma de comportarse y sus diálogos refleja muy bien cómo hubiera sido Harry el sucio o cualquiera de sus personajes una vez jubilado. Algunos pasajes en los que Clint empuña el arma al estilo de los pistoleros que interpretaba de joven, o pronuncian sentencias amenazantes parecen sentidos homenajes a su amplia filmografía. Enlaza en cierta manera con varias cintas recientes de héroes crepusculares, especialmente con Rocky Balboa, que presentaba de forma creíble una historia en la que el maduro protagonista acababa convertido en el héroe a pesar de la edad.
Retoma el guión asuntos en los que ha indagado muchas veces Eastwood a lo largo de su envidiable filmografía, como la redención, la violencia, el choque cultural, las relaciones familiares dificultosas, etc. Incluye esta vez varios golpes de humor (ausente en sus últimas películas), al tiempo que como es habitual filma con un estilo muy clásico, y un ritmo lo suficientemente ágil pero nunca apresurado, pues se toma su tiempo para describir a los personajes y mostrar las relaciones entre ellos. Todos están muy bien dibujados, incluso secundarios memorables, como el peluquero con el que el protagonista se insulta constantemente a pesar de que se adoran, o el jovencísimo sacerdote de 27 años al que antes de fallecer la esposa de Kowalski le encargó que le confesara. Atención a los actores que interpretan a estos y otros personajes, tan desconocidos como brillantes.
Donde Eastwood se luce especialmente es al explorar la relación entre su personaje y Thao, y cómo ambos evolucionan gracias a su inesperado encuentro. Eastwood aprenderá a ser más tolerante –descubre que estos orientales de lo que él llamaba la etnia ‘jamón’ resultan ser más cercanos que sus propios hijos–. El chico aprende del anciano a comportarse como un hombre, a buscarse un trabajo y a relacionarse con los demás. Marcando las distancias, la historia recuerda en numerosos momentos a Kárate Kid, salvo porque aquí el oriental es el chico; pero éste también es acosado por gamberros juveniles, su maestro también le hace lavar el coche, y también se siente atraído por una chica con la que parece no tener posibilidades...
Quizás algún pasaje se antoje innecesariamente largo, y el conjunto no llega a la altura de las grandes cintas del cineasta, pero es una obra bastante digna. Refleja otra vez la fatalista visión que tiene Eastwood de un mundo cruel e injusto donde el individuo se ve abocado a un final trágico. Pero como ocurre en Sin perdon, Million Dollar Baby, El intercambio y otras de sus películas, por el camino es posible encontrar a buenas personas, capaces de sacrificarse y apoyar a los suyos. Por tanto, no se puede hablar de una visión completamente desesperanzada.
jueves, 22 de enero de 2009
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2 comentarios:
Según lo cuentas, la película parece interesante, bastante, pero tengo dos problemas:
1.- Has escrito dos palabras mágicas que me ahuyentan: "héroes crepusculares". Me gustan los héroes en plenitud de forma. Para contemplar crepúsculos miro al sol por la tarde o al espejo por la mañana.
2.- Mi filosofía es que si un crítico te habla bien de una película es que es un coñazo de cuidado. Para convencerme de que vaya a verla la tienes que poner un poco peor y criticar la superficialidad del guión, la poca profundización en los personajes, o el exceso de efectos especiales. Entonces seguro que la peli me encanta, je, je.
Gracias por tu curro
Es que Clint está viejo, jajajajaja, no se me ocurre cómo definirlo y puse la palabra 'héroe crepuscular'. En 'Rocky Balboa' el prota está viejo, y sin embargo creo que es una buena película. Creo que pasa lo mismo aquí.
El guión no es superficial, sino todo lo contrario. Pero por otro lado no es pesado, ni coñazo. Digamos que admite diferentes niveles de interpretación. Uy, que te asusto otra vez. A ver, puede ir a verla un espectador con palomitas y la novia, o un crítico sesudo de esos que apuntan cosas durante la proyección, y ambos se lo pasarán bomba.
Además, es Clint Eastwood, tío. Qué más da lo que diga el público o la crítica. Sus pelis siempre molan.
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