Lo primero que me gustaría comentar es que hice una versión inicial de este artículo donde escribía 'croqueta' en lugar de 'cocreta'. Me resultaba gramaticalmente correcto pero falso e irreal Me tocaba las narices el término porque no conozco a nadie en el mundo que diga 'croqueta', así que a partir de ahora usaré la otra palabra. Me da igual si marco tendencia y la Academia de la Lengua me hace caso dentro de 60 años o que me ignoren.Me viene a la mente la experiencia de comer una cocreta congelada. Está basada en una obra maestra de la cocina internacional apreciada por todos, es una buena muestra de la tecnología alimentaria más avanzada, técnicamente impecable y recuerda lejanamente a una cocreta de verdad, un elemento importante de nuestra vida que recordamos desde la infancia.
Puedes decirle al que coma contigo que os han salido bastante bien y que están muy sabrosas. Incluso escuchas la voz de algún apasionado: "¡Son las cocretas más espectaculares que jamás ha fabricado esa marca!". Tienen textura de cocretas y cosechan un enorme éxito en los supermercados. Mientras la saboreas, te retrotraes en cierta forma a intensos momentos de tu infancia, cuando te dejaron una huella imborrable.
Esperanza frustrada
Pero mientras te las comes, vamos a ser francos, notas que algo falla, que las cocretas congeladas son insulsas. Parece que estás masticando comida de plástico. ¡Qué narices! ¡No son cocretas de verdad ni de broma! Y eso que tú pones todo de tu parte para autosugestionarte, y disfrutar de la experiencia. "Estoy comiendo una que es auténtica" te repites una y otra vez, con la esperanza de que funcione, pero no te lo acabas de creer.
Y si pasas un rato masticándolas pueden llegar a agotar. Son pastosas y aburridas. ¡Demonios! ¿Cómo se le puede llamar a eso cocretas? Si las hubieran puesto otro nombre, no habrían traicionado tus expectativas e igual no te decepcionarían tanto. ¡Que las denominen de otra forma! Ya sé: podrían llamarlas 'croquetas'.
¿Qué tiene que ver ese producto industrial, que anuncian hasta el agotamiento en todas partes, con aquellas preparadas a mano y con cariño? Recuerdas que llegaron hasta ti sin hacer ruido, y que te hacían sentir único y especial.
Soy un gran fan de las cocretas, de las de verdad. Cuando me fui a vivir solo les hice una foto a las cocretas de mi madre y la colgué en el salón. Hubiera sido mejor quedarse con el recuerdo de aquéllas, y no recurrir a las congeladas. ¡Qué memorables veladas comiéndolas, compartiéndolas con los hermanos, comentando la grata experiencia, sintiendo a ratos suspense, a raudales, porque uno no sabe muy bien nunca de qué va a ser una cocreta... Pero al final la historia siempre acababa bien!
Uy, ¿yo no iba a hablar de cine y de algún estreno en concreto? Es igual, no será una peli que deje mucho poso y se me ha ido de la cabeza.
La próxima semana llego a la cumbre de mi carrera profesional. Como este blog no lo lee nadie, os puedo contar 'off the record' que me han concedido una entrevista con el mismísimo
Normalmente leer las noticias suele ser duro, sobre todo la sección de política y la de economía. ¡Que pena que éste no sea el lugar para hablar de eso porque sino iba a poner a caldo a unos cuantos! Sigo soñando como la entrañable Mafalda, con que un día cogeré el periódico y el titular será que se ha declarado la paz mundial... Al menos cierta panda de asesinos deja las armas...
Me fui al pase de prensa de
Una familia que se muda a una nueva localidad adquiere una suntuosa mansión por un precio notablemente inferior a lo que marca el mercado. ¿Por qué será?
Vi ayer la Pre-cosa. Es poca cosa. Es curioso que Hollywood resucite más o menos cada treinta años a los científicos enfrentados a un ser extraterrestre en el hielo, que provienen de un relato del escritor 
Comentaba el otro día que me resultaba difícil encontrarle algún defectillo a
Confieso que odio a muerte a
Se cumplen hoy 50 años del estreno de Desayuno con diamantes, que se proyectó al público por primera vez el 5 de octubre de 1961, aunque a España no llegó hasta dos años más tarde. Se ve que eran otros tiempos, y la distribución cinematográfica seguía un modelo distinto, porque si hoy en día una película con grandes estrellas en el reparto tardase tantísimo en estrenarse, la gente se la descargaría alegalmente a mansalva. También se estrenaba antes en Madrid y permanecía allí en cartel mucho tiempo, de forma que iba hablándose cada vez más de la película, y su fama la precedía cuando llegaba a los cines de provincias. Ahora, cada viernes se estrenan 7 u 8 películas, algunas de interés muy limitado, y apenas duran siete días en cartelera. De esta forma será muy difícil que vuelva a haber una película que se haga tan mítica como ésta.
A las 4 de la mañana, Lars Von Trier se revolvía en la cama sin poder conciliar el sueño. Decidió levantarse y consultar el correo electrónico. Un joven estudiante de cine estadounidense,


