lunes, 12 de abril de 2010

Después de "Déjame entrar" llega "Déjame salir"

Después del éxito de Déjame entrar, el escritor John Ajvide Lindqvist publica un libro que podría haberse titulado "Déjame salir..." ..."despavorido", por el terror que proporciona, gracias a la inquietante atmósfera que crea el autor. Lindqvist no se hace el sueco, sino que nació en Suecia, y su nueva novela, yo diría que imprescindible para los apasionados del género (y no exagero, y os aseguro que no he recibido coronas suecas como soborno), se titula "Descansa en paz".

Esta vez, Lindqvist cambia los vampiros por los zombies, pero no deja de lado los niños, y por eso da tanto miedo, como ¿Quién puede matar a un niño? o El exorcista. Durante una oleada de calor, los ciudadanos se dan cuenta de que no pueden apagar los televisores ni los aparatos eléctricos, y los recién fallecidos despiertan y vuelven a sus hogares... En realidad la única novedad es la traducción española, pues el libro data de 2005.

El secreto del primo sueco de Stephen King (de hecho la temática de esta novela tiene mucho que ver con "El cementerio de animales") es que logra describir muy bien a unos personajes que parecen de carne y hueso, por eso se empatiza tanto con ellos y si están en apuros, se pasa mal. El que escribe estas líneas conecta muy bien con un periodista, un humorista y una aficionada al terror, que son los principales protagonistas.


¿Qué ha pasado en Suecia? Hace muy poco, sólo relacionaba a Suecia con Bergman, Abba y Pippi Calzaslargas. Y de repente han empezado a despuntar en literatura de forma llamativa. Parecía que el caso del genial Henning Mankell era un hecho aislado, pero luego llegó Stieg Larsson, Âsa Larsson (sí, yo también creía que era una prima), Camilla Läckberg, el tal John Ajvide Lindvist y otros que no conozco pero que por lo visto pululan por ahí. A estas alturas, todos los aficionados a la lectura saben de sobra que los suecos cuando tienen hambre toman un sandwich con un vaso de leche.

En otros países deberíamos adoptar esa costumbre, a ver si vivimos también una época dorada literaria.

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