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lunes, 21 de septiembre de 2009

El retorno del friqui

Daniel Jones pasaba por ser el hombre más friqui del mundo. Pero no importa lo friqui que seas, siempre hay alguien más friqui que tú, por difícil que parezca.

Esta noticia no me la he inventado yo. Lo parece, pero ha salido en los medios, y algo habréis leído. El tal Daniel Jones es ni más ni menos que el creador de la religión Jedi. En su país, el Reino Unido, cuando hicieron el censo de 2001, se puso de moda entre los más cachondos mentales del país contestar a la casilla donde se les preguntaba qué religión tenían declarándose caballeros jedi. El resultado fue que lo pusieron 390.000 personas, el 0,7% de la población, lo que convierte a la confesión Jedi actualmente en la cuarta religión más extendida del país.

Pues bien, Jones –conocido entre los suyos como Morda Hehol– aprovechó el otro día el descanso de la hora de comer para entrar en Tesco, un supermercado, en busca de comida. Eso sí, el hombre iba ataviado con su capucha jedi, algo obligatorio en el rito que ha creado. "En casa o en el trabajo, la capucha es opcional, pero siempre hay que llevarla cubriéndose la cabeza cuando estás en un sitio público". Pero al personal del supermercado no le hizo gracia que entrara así, y le 'invitaron' a abandonar el local si no se quitaba la capucha.

Jones se defendió alegando que su religión le obligaba a llevar la capucha. E incluso enseñó un documento que acredita que es un caballero jedi. Pero no resultó demasiado convincente. Ahora se plantea denunciar al súper por 'discriminación religiosa'. "Había una mujer musulmana que llevaba velo y nadie le dijo nada. Se deberían aplicar las mismas reglas para todos", declara tan curioso personaje. El tipo está a punto de lanzar un llamamiento a los otros jedis para que dejen de comprar en esa cadena. "Nadie debería ser tratado así. Les dije a los trabajadores que boicotearía a la tienda. ¡Sentirán la fuerza!", ha dicho.

Pues bien, para mí lo mejor es que los responsables del supermercado son todavía más friquis que el tal Jones. Han lanzado un comunicado para defenderse que lo dice todo. "Si un jedi entra a nuestras tiendas con su capucha puesta, se perderá un montón de ofertas especiales", dice tan curioso documento. "No tienen prohibido el acceso. Los jedis son muy bienvenidos a comprar en nuestras tiendas aunque les pediremos que se quiten las capuchas. Obi-Wan Kenobi, Yoda y Luke Skywalker aparecían con la cabeza descubierta siempre que luchaban contra el lado oscuro. A nosotros nos preocupa el tema, porque el Emperador es el único que nunca se quita la capucha".

martes, 13 de mayo de 2008

Si no fuera tan friqui odiaría a Indiana Jones


Todo aquel que no viva en Marte se habrá enterado de que el gran estreno del siglo es Indiana Jones y la calavera de cristal. Al menos, hoy en día es el estreno del siglo, hace poco el estreno del siglo era Spider-Man 3, cada una de las entregas de El señor de los anillos o las precuelas de La guerra de las galaxias. Cada año tienen lugar dos o tres de esos estrenos del siglo. En este caso, el estreno en cuestión tiene un gran valor sentimental, sobre todo para aquellos treintañeros que disfrutamos de En busca del arca perdida cuando éramos muy 'ñajos', en el cine, con los ojos abiertos cual dibujo animado japonés, con las pupilas brillando. Por eso se podría hacer la vista gorda con el aluvión de publicidad brutal que nos invade. Supongo que hasta cierto límite.

El que escribe estas líneas vive precisamente de la publicidad que le ponen en sus revistas las distribuidoras de películas. Y de Indiana Jones ha caído mucha. Pero una cosa es la publicidad que sugiere, que muestra el producto por si lo quieres consumir, y otra muy diferente las campañas apabullantes, insistentes y agresivas del tipo "tienes que ver Indiana Jones por Jones". Ha sido como las odiosas sobredosis de anuncios de perfumes de Navidad. Yo prefiero regalar cualquier otra cosa y en la época navideña, en lugar de usar colonia, utilizo gotas de limón exprimido, como Susan Sarandon, en Atlantic City.

Todas las revistas que he comprado este mes sacan algo de Indiana Jones. En la revista económica estudian toda la pasta que va a recaudar, en la revista de viajes incluyen un reportaje sobre Petra, que salía en 'la última cruzada', Túnez, donde rodaron 'el arca perdida', etc. Y en la revista Playboy la conejita del mes sale en teoría disfrazada de Indiana Jones, aunque en realidad sólo lleva puesto el sombrero. En las revistas de cine la cosa llega a límites insostenibles. Encima, escribirlas ha sido un infierno, porque la producción está envuelta por el más riguroso de los secretismos. Yo he tenido que escribir cinco paginitas, en OX de Cine, que por cierto, tenía en portada a Shia LaBeouf, pero no sabía qué poner, porque no nos han dado ningún tipo de información. En busca de datos que escribir, pasé el mes anterior leyendo foros de friquis estadounidenses, que sostienen las más diversas teorías, sobre asuntos tan trascendentales como si Shia LaBeouf es finalmente el hijo de Marion e Indy, tras la fiesta privada que se debieron montar una vez encontrada el arca.

Aunque la cosecha cinematográfica de este año no ha estado mal, con títulos como La familia Savage, No es país para viejos, Juno, Expiación, parece que todo el mundo se ha asustado del hombre del látigo, y estos meses han evitado estrenar títulos potentes. Predominan los restos de serie, entre los que se puede colar alguna sorpresa que no han querido estrenar antes, como La antena. Pero no gano para disgustos. Acabo de ir a ver uno de los mayores bodrios de la temporada, No tan duro de pelar, en las oficinas de Universal, distribuidora de las calaveras dichosas. Al terminar la proyección he sentido la necesidad de ir al cuarto de baño, a vomitar, y allí he visto una cosa que vosotros no creeríais. El cartelito de rigor había sido sustituido por uno que tenía el látigo y el sombrero. En el de chicos ponía 'aventureros' y en el de chicas 'aventureras'. Eso ha sido la puntilla.

Atención a la carta que nos ha enviado la citada distribuidora a los medios, para convocarnos al pase de prensa. No sólo lo hacen dos días antes del estreno, para retrasar todo lo posible las copias piratas, sino que las medidas de seguridad son extremas. Reproduzco sólo un párrafo indicativo:

"Antes de comenzar la proyección, se comprobará que no lleváis ningún dispositivo de grabación. Los asistentes deberán pasar bajo un arco metálico y dejar sus móviles y cámaras en consigna. La asistencia al pase presupone vuestro consentimiento para realizar un registro físico de vuestras pertenencias y vuestra persona".

Lo del 'registro físico de vuestra persona' es especialmente humillante. Además, nos ponen guardias de seguridad con visores de infrarrojos para vigilarnos durante el visionado. Si no tienen confianza con nosotros, que nos vemos todos los días, quedan mejor si nos invitan al pase.

Por todas estas razones, creo haber dejado claro por qué no debería ir a ver Indiana Jones. Y sin embargo, lo más triste de todo es que sí que iré a ver Indiana Jones. ¿Soy muy friqui o es cierto eso de que el corazón tiene razones que la razón no entiende?

NOTAS DEL AUTOR:
1. Os aseguro que me resistí todo lo posible a usar el chiste facilón "Tienes que ver Indiana Jones por Jones". No es mi estilo usar chistes tan malos, pero si no lo hago en este caso concreto, reviento sobre el teclado.
2. Lo del Playboy no es cierto, es otro chiste fácil. No compro revistas eróticas ni veo vídeos porno por razones que probablemente cuente en otra entrada. Por supuesto, no se trata de razones morales.

domingo, 11 de mayo de 2008

Solterón de boda



Como me he propuesto seguir con este blog un par de meses más, en plan experimental, he investigado por ahí cómo son los que escriben los demás. Confieso que los que más me han encandilado son aquellos en los que el autor cuenta su vida, como en los diarios tradicionales, y me tienen pendiente de lo que van a hacer el fin de semana, o de averiguar por qué arrastran el recuerdo de alguien que amaron en el pasado. Para mí, es como leer El amor en los tiempos del cólera, pero con la sensación de que te podrías encontrar a Florentino Ariza por la calle al día siguiente. O le puedes escribir un comentario y resulta que Florentino te responde. Una experiencia completamente única.

Puesto que he publicado entradas de lo más variopinto, según la diversidad que he encontrado en los otros blogs -reflexiones absurdas, artículos de política y hasta alguna recomendación cinematográfica-, me queda pendiente escribiros sobre mi vida. El problema es que para hacer eso, mi vida debería tener un mínimo interés. Más que nada, para no aburrir a los posibles lectores. A pesar de todo, voy a intentarlo. No esperéis emocionantes giros, grandes romances, ni nada de sexo, por desgracia.


El viernes mejor no os lo cuento con muchos detalles. Yo lo pasé muy bien, pero contado puede ser un poco soporífero. Como ha sido estos días el festival Documentamadrid, un barbudo director de cine, bien conocido por la mayoría de los que visitáis este blog, me lió para ver un documental sobre Fellini, uno sobre la muerte de Tarkovski, otro sobre un grupo musical, y finalmente, La base del aire es roja, imprescindible trabajo de Chris Marker, de tres horas de duración, sobre los movimientos revolucionarios de los años 60. Encima se retrasó y acabó sobre las dos y media o las tres de la mañana. De hecho, nuestros acompañantes iban desistiendo uno a uno y hasta la novia del barbudo nos mandó a media película a la porra -con razón- sin perder la sonrisa, y se fue de 'fies' con gente de su trabajo, o sea de su serie televisiva.

Y el sábado me fui de boda. No era la mía, pues habría dejado de ser solterón, sino una de esas de un 'familiar'. De ahí el título del post, 'Solterón de boda', que me hace referencia a mí mismo. Me resisto a aplicarme el término single , por las razones que di en otro artículo, y porque me parece superficial usar estos términos tan ultramodernos, cuando ya existía otro mejor. Es como cuando se utiliza el término 'turismo rural' para expresar lo que siempre se ha llamado 'irse al pueblo'.

Fui al pueblo, efectivamente, para ir a la boda. Ir al pueblo a una boda era terrible hasta hace poco, cuando era soltero, porque siempre me decían todos lo mismo: "¿Qué? Ya te va tocando. El próximo ya tienes que ser tú". Claro que como ha pasado tanto tiempo y he evolucionado de soltero a solterón, esperaba que esta vez ya me dieran por perdido.

No fue así. Nada más llegar, mi tía, la madre de la novia, me dijo que yo tenía que ser 'el próximo', y que sentía mucho lo de mi madre. Yo preferí no comentarle la verdad, que cuando más echo de menos a mi madre es a la hora del café, cuando poníamos 'a caldo' a toda la humanidad, y sobre todo a esa tía, y nos reíamos de todo el mundo. Si mi tía se imaginara lo mucho que la hemos criticado, y lo bien que nos lo pasábamos... Sonreí y pensé que mi madre la estaría poniendo verde, allá donde ella esté.

La ceremonia de boda me la perdí, porque encontré a unos primos que se fumaban un cigarrillo a la puerta de la Iglesia, y aunque dejé de fumar, me quedé con ellos por solidaridad. Digamos que nos 'fumamos' la misa.


A la hora del banquete, volvió a acercarse a mí mi tía y me dijo que no me preocupara por seguir sin pareja, "porque en las bodas se liga mucho, como en Cuatro bodas y un funeral". "Espero que el funeral sea el tuyo, porque me tienes hasta las pelotas", pensé, pero lógicamente no se lo dije, sino que sonreí otra vez. Me comentó que me había puesto en la mesa de los desparejados, con tres chicas increíbles, y otro chico, que no me iba a hacer la competencia porque era 'el mariquita del pueblo'. Os juro que usó literalmente esa expresión tan políticamente incorrecta, mientras yo pensaba "¡como que el resto de homosexuales de por aquí te lo van a contar a ti para que tú y el resto de brujas habléis todo el rato sobre ellos!". Le pedí de todas formas que me pusiera con mis hermanos, en vez de con personas desconocidas, para tener con quien hablar. Me dijo que no, porque ellos iban 'con la gente joven", pues había un grupillo "de chicos y chicas, todos muy guapos". Qué forma tan poco elegante tuvo mi tía de llamarme feo y viejo en la misma frase.

El 'mariquita' resultó ser un tío majo. Quizás por sus inclinaciones sexuales, o no, mucho más sensible que la media de 'mozos' más bien brutotes de la zona, que le miraban de vez en cuando con una sonrisa jocosa. Las chicas eran también lesbianas, con lo cual la posibilidad de comerme una rosca quedó reducida a cero. Eso sí, todos me dieron conversación y como les dije que era de Madrid tenían mucha curiosidad sobre cómo era el barrio de Chueca. Quedaron en venir un día para que se lo enseñara. Mi tía, que apareció de improviso, había pegado la oreja, y me dijo que tuviera cuidado en Chueca, porque una vez había estado en Madrid durante el Día del Orgullo Gay y no me imaginaba la cantidad de "bichos de esos" que había visto.


Cuando la novia vino a nuestro rincón gay, tuve la suerte de que mis compañeros de mesa aprovecharon para darle un sobre con dinero. Yo llevaba también otro sobre, pero como soy tan pobre, ni os comento la cantidad ridícula de dinero que había dentro. Ni para pagar mi comida. Un horror. Por suerte, conseguí que los sobres de todos se mezclaran, y me fijé en que no habían puesto su nombre. Espero que ellos fueran un poco más generosos que yo, y así no supieran exactamente quién era el 'tacaño'. Supuse que culparían al que conocen como 'marica del pueblo', pues le culpan de todos los males, por lo visto, hasta de las peores cosechas.

Si llego a saber que se iban a entremezclar los sobres, habría puesto billetes del Monopoly.

Una prima me sugirió que compitiera con las chicas para coger el ramo de la novia. Para hacer una gracia, me puse en medio de todas ellas, y di un salto que hubiera sido la envidia de cualquier pivot de la NBA, pero me lo arrebató una enérgica veinteañera que parecía que se jugaba la vida en la recogida del ramo. Para colmo de males, me enteré posteriormente que ella ya tenía novio, y por tanto le daba igual haber cogido el ramo o no, porque su boda se daba por segura.

En fin, otra vez será. Pienso ensayar en mi casa la recogida del ramo.

martes, 6 de mayo de 2008

Los romanos y las salas de cine


¿Qué le debemos nosotros a los romanos? ¡Nada!", decía en La vida de Brian un palestino de una organización que pretendía indendizarse del Imperio. "¿El derecho?", respondía uno de sus compañeros, pero él continuaba con su proclama. "Es cierto, pero aparte del derecho, ¿qué le debemos nosotros a los romanos? ¡Nada!". Y el otro contestaba progresivamente: la canalización, las calzadas, los números romanos, etc. Pues bien, en tiempos de los romanos ya existían los teatros perfectos, con las gradas escalonadas, de tal manera que podías ver el espectáculo en perfectas condiciones. Y además, ya podías ver a los protagonistas en tres dimensiones sin necesidad de gafas, dejando aparte el hecho de que en esos tiempos sabían como solucionar el problema de la piratería, como se puede comprobar en cualquier cómic de Astérix.

Pues los tiempos adelantan que es una barbaridad, pero a veces el progreso es hacia atrás, pues hoy día no todos los cines tienen el patio de butacas escalonado al estilo del Teatro Romano de Mérida. De hecho, es un sistema que se implanta desde hace poco. Normalmente en los cines, siempre tienes a la misma altura al de delante, por lo que se acabó la película para ti como se siente delante tuyo un cabezón, o una señora con un gorro inmenso o un peinado a lo Marge Simpson. Una vez estuve en un cine en el que según avanzabas hacia la pantalla ibas subiendo una pendiente hacia arriba, de tal manera que el de delante quedaba por encima tuyo y encima al sentarte estabas inclinado hacia atrás.

Aunque la sala más desconcertante en la que he estado fue una de unos multicines de Santander.Cuando entré, ya había empezado la proyección y estaba todo oscuro. Lo más curioso del caso es que escuchaba la música y diálogos, pero no veía absolutamente nada delante de mí. Esperaba poder distinguir la pantalla, pero lo cierto es que me invadía la oscuridad más absoluta. Decidí esperar unos minutos a ver si se me aclaraba un poco la vista, y escuchaba la película, por lo que pude enterarme más o menos de lo que ocurría. Entonces empecé a distinguir a varias personas delante mía que miraban en mi dirección. ¡Y resulta que tenía la pantalla encima mía, sobre la puerta!

(Este artículo es de Ox de cine, revista recién salida, del mes de mayo. Pero como el espacio para el artículo era pequeño y no cabía entero, he reservado la mitad para el mes que viene.)

PRÓXIMAMENTE (CALCULO QUE EL JUEVES POR LA TARDE-NOCHE), UN NUEVO E INTERESANTÍSIMO POST EN ESTE MISMO BLOG QUE LLEVARÁ POR TÍTULO 'LA MADRE QUE PARIÓ A LOS HERMANOS WACHOWSKI -A LOS DOS-'. SERÁ AQUÍ, EN EL MISMO BAT-CANAL, EN TU BLOG AMIGO.